Los soles del invierno
se filtran entre abrigos y bufandas,
envolviendo los días fríos
en un abrazo de luz.
Los rayos tímidos acarician
rostros escondidos tras la lana,
pintando sonrisas sutiles
en medio del aire helado.
Bajo el cielo gris y blanco,
el calor del sol invernal
se convierte en un tesoro,
un recordatorio cálido
de que incluso en el frío,
hay espacio para la ternura.
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