en tardes de lluvia,
madrugadas de calor,
desvelo y ansiedad,
me has confesado

y sabes de mí
más que nadie . . .
Y todo se perdió
en nubes de gris perfume
o mañanas tristes,
recordando los buenos días
en noches de soledad,
por las calles del solitario pueblo,
pues antes de salir el sol,
partiste sin despedida
en el viejo tren
que pasa . . .
Solo una vez,
en la primera semana
de cada mes.