la mesa del rincón susurra la soledad y,
a media luz,entre vidrios empañados
de espesa humedad, solitaria bebes
el tercer café de la noche, sin levantar la cabeza,

Te observo mientras espero las musas
que quizás se perdieron en esta noche de invierno,
tal como vos perdiste quién sabe cuánto tiempo,
pensando dónde y con quién estará el amor
que invadió tu alma en una noche más
de un Buenos Aires que comienza a dormir,
acompañando, sin saber, a nuestro insomnio rutinario
de cada noche, en la soledad de los bares,
donde nos buscamos sin encontrarnos.