La noche se puebla de recuerdos
fragantes, silencio que la acompañan
se nutren de voces ausentes.
El verano llega verde, subiendo maduro
la espera de las sombras se adormecen
en soledad, las miradas aparecen.
En primavera tu mirada es un grito
devorando colores, en la voz de la vida,
la paleta revive en el río peregrino.
La tierra tiende ramas de esperanza
el tono se nutre de tiempo y paisaje,
al avivar el canto suspirando estalla
floreciendo dulce su voz creciente,
fragantes, silencio que la acompañan
se nutren de voces ausentes.
El verano llega verde, subiendo maduro
la espera de las sombras se adormecen
en soledad, las miradas aparecen.
En primavera tu mirada es un grito
devorando colores, en la voz de la vida,
la paleta revive en el río peregrino.
La tierra tiende ramas de esperanza
el tono se nutre de tiempo y paisaje,
al avivar el canto suspirando estalla
floreciendo dulce su voz creciente,
y en el fondo, donde toda parece irreal
hasta las uvas del viejo parral quieren
gritarme cuando transito bajo ellas,
ahí estas, siempre vos endulzando la tarde,
dos horas antes, cada vez que a mí
se me ocurre buscarte entre palabras sueltas
escondiendo tu nombre al universo,
por miedo al virus que quizás tal vez
te contagié de envidia en medio
de las frutas más deseadas,
sentada sobre mis rodillas tapándome
la boca con tus senos.
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