No sabés cuánto te esperaba.
Sí, a vos… que estás leyendo ahora.
A vos que abriste este libro
como quien abre una ventana en la siesta,
dejando que entre la brisa sin preguntar de dónde viene.
No lo planeé. No tenía trama.
Sólo palabras que flotaban como camalotes,
pedacitos de isla sueltos en un río de tinta.
Y sin embargo, acá estamos,
vos leyendo,
yo… siendo leído.
Te imaginé muchas veces,
pero nunca acerté.
Porque sos más que una idea:
sos quien le da sentido a esta magia.
Porque yo escribí una lluvia,
y vos escuchaste la que te mojó en tu infancia.
Dibujé una orilla,
y vos recordaste ese muelle donde ella dijo adiós.
Puse un mate,
y vos lo cebaste en silencio,
como si estuviéramos juntos bajo el alero de madera,
viendo caer la noche.
Y así, sin vernos,
sin conocernos,
nos fuimos encontrando.
Yo puse palabras.
Vos, los latidos.
Y entonces entendí:
no soy autor de este libro.
Apenas fui el primero en llegar.
El verdadero creador sos vos,
que cada vez que pasás una página
le das vida a este mundo inesperado,
que ni yo sabía que existía.
Gracias por eso.
Por leerme como quien mira al río:
con calma, con respeto,
y con la esperanza secreta
de encontrarse en la corriente
un reflejo propio.
Sí, a vos… que estás leyendo ahora.
A vos que abriste este libro
como quien abre una ventana en la siesta,
dejando que entre la brisa sin preguntar de dónde viene.
No lo planeé. No tenía trama.
Sólo palabras que flotaban como camalotes,
pedacitos de isla sueltos en un río de tinta.
Y sin embargo, acá estamos,
vos leyendo,
yo… siendo leído.
Te imaginé muchas veces,
pero nunca acerté.
Porque sos más que una idea:
sos quien le da sentido a esta magia.
Porque yo escribí una lluvia,
y vos escuchaste la que te mojó en tu infancia.
Dibujé una orilla,
y vos recordaste ese muelle donde ella dijo adiós.
Puse un mate,
y vos lo cebaste en silencio,
como si estuviéramos juntos bajo el alero de madera,
viendo caer la noche.
Y así, sin vernos,
sin conocernos,
nos fuimos encontrando.
Yo puse palabras.
Vos, los latidos.
Y entonces entendí:
no soy autor de este libro.
Apenas fui el primero en llegar.
El verdadero creador sos vos,
que cada vez que pasás una página
le das vida a este mundo inesperado,
que ni yo sabía que existía.
Gracias por eso.
Por leerme como quien mira al río:
con calma, con respeto,
y con la esperanza secreta
de encontrarse en la corriente
un reflejo propio.
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