Dentudo arroyo de nuestros fines de semana,
a tu orilla el agua va y viene,
como nuestros días,
como los silencios compartidos
entre mate y mirada.
Abrazados al sol del verano,
y a los leños del invierno,
fuimos descubriendo
que la paz vive en vos,
en cada reflejo quieto,
en cada remanso donde el alma
se sienta a descansar.
Angosto arroyo de ensueños,
testigo fiel de lo simple y lo eterno,
de los besos que no olvida el viento,
de las risas que aún
flotan en tu zanja tranquila.
Nos cambió la vida,
la entendimos distinta.
Y vos, arroyo querido,
quedaste ahí,
como un surco sagrado
en nuestra historia.
a tu orilla el agua va y viene,
como nuestros días,
como los silencios compartidos
entre mate y mirada.
Abrazados al sol del verano,
y a los leños del invierno,
fuimos descubriendo
que la paz vive en vos,
en cada reflejo quieto,
en cada remanso donde el alma
se sienta a descansar.
Angosto arroyo de ensueños,
testigo fiel de lo simple y lo eterno,
de los besos que no olvida el viento,
de las risas que aún
flotan en tu zanja tranquila.
Nos cambió la vida,
la entendimos distinta.
Y vos, arroyo querido,
quedaste ahí,
como un surco sagrado
en nuestra historia.

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