jueves, 19 de octubre de 2023

Escribimos.

Escribimos es el consuelo
de los que carecemos;
por eso escribimos
para hacernos la vida más fácil,
o para complicarla más.


Así vamos juntando palabras
que van formando ideas
casi absurdas, laberínticas,
de las que luego no podemos salir.
Escribir es el río
pero también en una cárcel,
pues en total libertad
escribimos esclavos de
cada palabra que volcamos
sobre hojas en blanco,
despertando la imaginación
de interlocutores que quizás
nunca conoceremos personalmente.

miércoles, 18 de octubre de 2023

ANIMARSE A MAS.

Bajo el manto estrellado de la noche,
nuestros cuerpos se buscan con ansias,
como imanes que se atraen sin control.
La brisa suave acaricia nuestra piel,
mientras la luna curiosa se asoma
para ser testigo de nuestra pasión.
Tus labios, la delicia que ansío probar,
en cada beso, una promesa se enciende,
y el roce de tu piel enciende mi fuego.
Tus manos exploran mis secretos ocultos,
cada caricia es una historia sin palabras,
un lenguaje que solo nosotros entendemos.
Desnudamos nuestros deseos y anhelos,
cada suspiro se convierte en un ruego,
cada gemido, una melodía de pasión.
Bailamos al compás de nuestros corazones,
una danza que nos eleva a lo más alto,
donde el éxtasis se convierte en arte.
En la penumbra, nuestros cuerpos se funden,
como dos ríos que se unen en un abrazo,
y el mundo desaparece a nuestro alrededor.
Somos fuego y pasión, somos amor desatado,
y en este momento eterno, somos uno solo,
unidos por el lazo inquebrantable del deseo.




CAE LA TARDE.

Bajo el manto estrellado de la noche, 
nos encontramos en un rincón a orillas del mar. 
La suave brisa acaricia nuestros rostros, 
y el susurro de las olas se convierte 
en el eco de nuestras almas entrelazadas.
Tus ojos, dos luceros que guían mi camino, 
brillan con la intensidad de mil lunas. 
En su reflejo, encuentro la promesa 
de un universo de amor, 
donde no existen fronteras ni límites, 
solo tú y yo, perdidos en esta complicidad cósmica.
Las olas se mecen con gracia, 
como una danza eterna que imita el latido de nuestros corazones. 
En esta sinfonía de la naturaleza, 
encuentro la melodía perfecta 
para expresar lo que siento por ti.
Tus labios, carmesíes como las rosas en primavera, 
son un faro que me atrae con pasión irresistible. 
Cada beso es una oda a la pasión, 
una declaración silenciosa de nuestro deseo compartido.
El tacto de tus manos en mi piel despierta 
un fuego que arde con la intensidad de mil soles. 
En cada caricia, siento el calor de tu amor envolviéndome,
 consumiéndonos en un abrazo ardiente.
Nuestros susurros se deslizan en el aire,
 llevando consigo promesas de un futuro compartido. 
En cada palabra, encuentro la seguridad de que nuestro amor 
es eterno y resistirá todas las pruebas del tiempo.
Bajo este cielo estrellado, en este rincón de la eternidad, 
prometemos amarnos con la misma pasión y ternura 
que hemos encontrado en esta noche mágica. 
Nuestro amor es un faro en la oscuridad, 
una luz que nos guía en el camino de la vida, 
y no importa qué desafíos enfrentemos, 
sé que siempre encontraremos refugio en los brazos del otro.
Así que aquí estamos, bajo el cielo estrellado, 
dos almas destinadas a amarse, 
a escribir nuestra historia de amor en las estrellas. 
Con cada beso, con cada abrazo, 
sellamos nuestro compromiso de amarnos, 
hoy y por siempre.




martes, 17 de octubre de 2023

PERDIDO.

 Me perdí en la esquina de toda una vida,
no encontré el umbral ni la vieja carnicería
donde el olor era tan inconfundible
que aún lo recuerdo, como el del pan
que llegaba sin descanso a las cinco de la mañana,
justo en nuestra esquina.
Me perdí en los saludos de todos los vecinos
que hacían de esa esquina el patio
de nuestras casas, donde ninguna reja
nos separaba y las puertas estaban siempre abiertas.
Me perdí en mis abuelos, sentados por la noche
en la vereda en sus sillones de mimbre
y esas coloridas reposeras de lona.
Me perdí en esas largas conversaciones
donde la filosofía se mezclaba con temas de Los Gatos
y una hermosa mujer que le quitaba el sueño a algún amigo.
Me perdí, pero hoy te encontré,
navegando la vida con el corazón roto
en la soledad de un bar,
y solo quiero acompañarte a volar.
Ambos perdimos, ambos ganamos,
y juntos podemos comenzar el camino
del cual, recién, dimos un medio 
y aun nos quedan varios años,
para intentarlo una vez mas.

Dormida.

Allí estaba,  contemplándola bajo la luz
que iluminaba tenuemente su rostro perfecto,
y el carmín de sus labios tan bien delineados
que me hablaba de cuánto le gustaba seducir.
Hasta parecía sonreírme de vez en cuando,
como si pudiera leer mis pensamientos,
donde imaginaba besarla apasionadamente.
La lividez de su cuerpo me parecía
un lienzo de seda, y mi mano se demoraba
acariciándola suavemente, descubriendo
cada curva y suavidad que se escondían en ella.
Me detuve por unos minutos, solo para observarla,
incapaz de alejarme de su presencia.
Dormía o soñaba, pero para mí, en ese momento,
palpitaba con vida y deseos que compartíamos.







SOLA.

Aquel día, el silencio se apoderó de ella. El largo cabello negro ya no se dejaba acariciar por el agua   que, durante años, había nutrido hojas en blanco con poesías de mil colores. Su sonrisa, antes radiante,  se escondía tras los muros de un barrio cerrado, en las cercanías del puente número siete de la autopista.

Ahora, después de ducharse, envolvía su cabello en la toalla, solitaria y vencida. Deambulaba por la casa con una taza de café en mano, intentando que el peso de su vida no se hiciera más abrumador.

En su mente, solo danzaban ideas sobre salvación, cargadas de connotaciones religiosas y entremezcladas con una visión política extremista. A menudo, ella encontraba consuelo en lo oficial, sin cuestionar el porqué. Caminaba descalza sobre suelos de nubes, buscando una libertad que ella misma había encerrado bajo llave, día tras día, atrapada en un enredo mental que le resultaba insondable.

La falta de palabras y la sequedad emocional la tenían atrapada, sola y angustiada. Buscaba desesperadamente respuestas en los rincones de su mundo, donde sabía que la vida la esperaba. Pero el miedo y la comodidad prevalecían sobre el deseo de encontrar su verdadera libertad. La cama, fría como sus sábanas, se convertía en su refugio, escondiéndola de la realidad.

A poca distancia, bajo la sombra de los árboles en la playa, él miraba el mar, desdibujando su figura mientras caminaba por la hermosa orilla. El sol acariciaba la arena, y el cielo trazaba su nombre en las nubes blancas, como si esperara su regreso a la vida, segundo a segundo.

A lo lejos, una gaviota se posaba en la orilla, y ella empezaba a caminar hacia él desde el mar. Sus brazos se extendían para abrazarla, pero el abrazo solo existía en sus sueños. La realidad lo devolvía a la noche en Buenos Aires, donde el verano se iba y dejaba atrás un sábado más, sin recuerdos, y el sol se quedaba con los sueños atrapados en sobres de azúcar con frases de un antiguo tanguero anónimo que dormía en el banco de una estación abandonada.

El reloj, que anunciaba la hora veintidós, marcaba el inicio de un nuevo día. Un día como cualquier otro, pero no para ella. La rutina seguía su curso, desde la ducha matutina hasta la taza de café que inundaba la casa con su aroma. Se movía como un autómata, llenando la vida de su familia de apariencias.

El encierro la asfixiaba. La jaula que había construido alrededor de sí misma se volvía más estrecha con cada día que pasaba. Cada momento se convertía en una agonía, mientras se perdía en su propia tristeza. Pero algo en su interior sabía que algún día encontraría la valentía para liberarse.

A las siete de la mañana, después de que su esposo se fuera sin siquiera saludarla, ella comenzaba su ritual diario. Cautiva de su casa y su esposo, luchaba con la idea de ser libre, de tomar el control de su vida. Pero los temores, la comodidad y la falta de valor la mantenían prisionera.

A las ocho de la mañana, se vestía con esmero, permitiéndose sentirse hermosa una vez más. Su cabello caía como una cascada sobre su pecho, cubriendo un escote pronunciado. Era un atisbo de su antigua belleza, que aún mantenía viva.

A las diez de la mañana, sus pensamientos se volvían insoportables. La cabeza le daba vueltas, y las ideas no dejaban de rondar. No sabía cómo escapar de su jaula, pero estaba decidida a hacerlo.

Esa mañana, escribió dos mensajes, uno para su hija y otro para su hijo, en los que explicaba su tormento. Era su manera de comunicarles la pesadilla que vivía a diario. Aunque sabía que ellos lo entendían, necesitaba que quedara plasmado en palabras.

Luego, se vistió con elegancia, con el cabello suelto y su pecho al descubierto. Preparó dos maletas con ropa y zapatos, su debilidad secreta, y un bolso de mano con documentos personales y algunos ahorros.

Miró a sus hijos mientras dormían, sintiendo un nudo en la garganta. Sabía que tenía que partir.

VIOLINISTA.

Bajo el cielo estrellado y sereno,
en la noche que susurra secretos al viento,
nuestros pasos se entrelazan con dulzura,
como notas de un violín que acaricia sentimientos.

Tus ojos, dos luceros en la penumbra,
reflejan constelaciones de pasión y ternura.
Cada melodía que brota de sus cuerdas,
es un poema que mi alma captura.
Juntos caminamos por la senda dorada,
donde el tiempo se detiene y el mundo calla.
El roce de nuestras manos, un lenguaje mudo,
que narra la historia de dos almas que se aman.
En cada suspiro, en cada mirada intensa,
se teje el lazo de una conexión inmensa.
Eres el verso que mi corazón recita,
la melodía perfecta que mi alma bendice.
Bajo este manto de estrellas fulgurantes,
te entrego mi amor en susurros amantes.
En el silencio de la noche, nuestro pacto sellamos,
porque nuestro amor es eterno, juntos volamos.
Y mientras tu violín acaricia el aire,
nuestra historia de amor, los astros la declaran.
Es una sinfonía que el universo celebra,
nuestro eterno amor, bajo las estrellas espera.

lunes, 16 de octubre de 2023

VOS.

 En el rincón más íntimo de mi ser, 
donde las palabras se tornan susurros y
los latidos se sincronizan con el compás del universo,
allí, en ese lugar sagrado, te encuentro. 
Eres la melodía que canta mi corazón, 
la razón que da sentido a mi existencia, 
el faro que guía mi camino 
en este vasto océano de la vida.
Cada amanecer es una promesa de amor, 
un regalo que despierto ansioso 
por desentrañar junto a ti. 
Tu presencia ilumina mi mundo, 
y en cada uno de tus gestos, 
encuentro un verso de poesía 
que me estremece el alma. 
Eres la paleta de colores que pinta mis días, 
convirtiendo lo ordinario 
en una obra maestra digna de admirar.



CELEBRACION.

 Sin conocerla
tocó mi alma, toqué su alma,
sintió el compromiso de mirarme,
sentí la obligación de verla,
de explorar lo que se escondía
detrás de esos ojos del color del tiempo,
aquella noche, cuando algunas avenidas
se transforman en peatonales,
y la luna juega al truco
con sus hermosos ojos, echándole
la falta para superarla con la parada,
pues no hay rival ante tanta belleza. Ese día,
como quien no lo planea, como quien no debería,
cuando la carretera se convierte
en el pañuelo de la noche.
La banquina era la única opción,
me senté sobre el césped húmedo,
tomé mi rostro entre mis manos
y grité tan fuerte como nunca antes lo había hecho,
lloré hasta que mi aliento comenzó a entrecortarse.
Unos metros más adelante, un coche de policía se detuvo,
preguntaron si estaba bien, me puse de pie,
se acercaron, les pedí disculpas, palmeando mi espalda,
me escoltaron hasta mi auto,
 sugiriendo dónde podía estacionar. 
Minutos después, estacione unos metros más adelante, 
salí y hablamos, les conté que había tocado un alma,
que esa alma me había tocado,
sintiendo una sensación única.
La conductora del coche de policía,
una mujer me hizo la misma pregunta.
Le conté la historia y ella sonrió,
con un gesto comprensivo, incluso maternal.
Mientras intentaba explicar de quién se trataba,
ella me miró a los ojos, sosteniendo mi rostro en sus manos,
y dijo: Sí, tocó tu alma, y si sentiste que tocaste la suya, 
anda tranquilo, nunca olvidarás a esa mujer,
y quizás, aunque lo niegue,ella nunca se olvidara de vos.
Ahora, no llores, sonríe, avanza, despacio,
porque si es como dices,
este día es una celebración, y debes
recordarlo siempre de esa manera.

RINCON Y CAFÉ.

En el rincón de una acogedora cafetería, 
sus miradas se encontraron por primera vez, 
como dos destinos entrelazados en una danza celestial. 
El aroma del café recién molido envolvía el aire, 

mientras sus almas se entrelazaban en un diálogo silencioso. 
Ella, con sus ojos que reflejaban un universo de misterio y pasión, 
captó su atención desde el primer instante.
Sus manos, tímidas al principio, 
se rozaron casualmente mientras compartían historias y risas. 
Cada palabra que salía de sus labios era un poema,
una melodía que aceleraba sus corazones, 
una promesa de un futuro incierto pero emocionante. 
Sus vidas se convirtieron en un libro abierto, 
listo para ser explorado y compartido.
El tiempo se desvaneció en aquel rincón del mundo, 
mientras ellos perdían la noción del reloj. 
Juntos, crearon una burbuja de amor y complicidad 
que los aislaba del bullicio exterior. 
En esa burbuja, los silencios eran tan elocuentes
 como las palabras, y los destinos se entrelazaban aún más.
Cada encuentro en la cafetería se convirtió en una cita con el destino, 
un recordatorio de que sus almas estaban destinadas a encontrarse. 
Mientras sus manos se aferraban a las tazas de café, 
sus corazones se aferraban aún más el uno al otro. 
A lo largo de las estaciones del año, su amor florecía y crecía, 
como un jardín secreto en el que solo ellos tenían acceso.
Las miradas furtivas se convirtieron en miradas profundas de complicidad.
Los susurros al oído se volvieron promesas de amor eterno. 
Y en un día soleado, en la misma cafetería que los vio unirse, 
él se arrodilló y, con una hermosa alianza en la mano, 
le pidió que compartiera su vida para siempre.
La cafetería, testigo silencioso de su historia de amor, 
se llenó de aplausos y lágrimas de felicidad 
cuando ella aceptó con una sonrisa radiante. 
El amor que nació en aquel rincón 
se había convertido en un compromiso eterno, 
una promesa de que sus almas seguirían bailando juntas 
en este hermoso viaje llamado vida.




En el Sur.

En soledad, 
carga consigo una mochila pesada,
sin música, pero con habilidades manuales
que destacan en su manos.
Ella es la viva representación de la soledad,
inmersa en expedientes enterrados en la memoria.
La vida la ha golpeado, y camina por el bullicioso bulevar,
en busca de la última aplicación que la conecte, 
sin saber con quién.
En medio de cientos de conflictos por resolver,
mentiras por archivar y documentos 
que aguardan a ser controlados,
a veces siente que la inmoviliza, 
esperando pacientemente, como Penélope,
en el antiguo andén del sur, 
donde algún día llegará su príncipe azul.
Espera que, con una varita mágica 
entre llamadas a la buena suerte,
pueda descubrir el paradero del azar.
Ella mira en el espejo de la realidad 
y ansía vivir en libertad, pero no puede.






Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...