sábado, 13 de julio de 2024

 Acunándote entre mis brazos,
la tarde es una fiesta de colores,
junto al río en el delta del Tigre,
donde el amor despliega sus flores.
La suave brisa acaricia tu cabello,
mientras el sol se va despidiendo,
pintando el cielo con tonos de fuego,
y nuestros corazones latiendo.
La luz dorada del ocaso
baña tu rostro sereno,
y en el reflejo del río
se crea un cuadro pleno.
Tus ojos, llenos de misterio,
observan el horizonte lejano,
y en el silencio compartido,
nuestros sueños se dan la mano.
El río canta su melodía,
una sinfonía suave y clara,
mientras el día se desvanece,
y la noche nos prepara.
Cada caricia es un suspiro,
cada susurro una promesa,
mientras el sol se oculta lento,
dejando atrás su belleza.
Las sombras empiezan a danzar,
al compás del río en calma,
y en ese vaivén tranquilo,
encuentro paz para mi alma.
Tu perfume se mezcla con el aire,
un aroma dulce y envolvente,
y en ese instante eterno,
somos uno, somos siempre.
El delta nos abraza suave,
con su manto de misterio,
y en este rincón sagrado,
nuestro amor es el epicentro.
Las estrellas comienzan a brillar,
como testigos silenciosos,
de este amor que florece,
en momentos tan preciosos.
El río, en su constante fluir,
lleva nuestros sueños y anhelos,
y en la quietud de la tarde,
se desatan nuestros velos.
Así, acunándote entre mis brazos,
contemplamos juntos el ocaso,
en la maravillosa costa del delta,
donde el amor es nuestro lazo.
Y mientras el sol se esconde,
dejando un rastro de luz y calma,
sé que en este lugar y momento,
nuestros corazones encuentran su alma.



 En la penumbra suave de la noche,
bajo la luna plateada y brillante,
nos encontramos, dos almas curiosas,
buscando refugio en el calor del otro.
Tus ojos, luceros que iluminan el camino,
reflejan las estrellas con un fulgor divino,
y en tu sonrisa, veo la promesa del amanecer,
que enciende mi alma.
Tus palabras son susurros del viento,
melodías que acarician mi oído,
y en cada frase que pronuncias lento,
me pierdo, me encuentro, y vivo.
Nos rodea el silencio, cómplice fiel,
testigo mudo de nuestro encuentro,
mientras el río murmura su canción,
y nos invita a soñar despiertos.
Tus manos, suaves como pétalos de rosa,
rozando mi piel con delicadeza,
y en cada caricia, una promesa,
de un amor que podría ser, sin prisa.
Tus labios, tiernos como el rocío,
se acercan tímidos, llenos de deseo,
y en ese instante, siento el universo,
conspirar a nuestro favor, sincero.
Nuestros abrazos, danzantes en la oscuridad,
se entrelazan, se buscan, se encuentran,
y en cada movimiento, una verdad,
de un amor que no se ausenta.
La noche avanza, el tiempo se detiene,
y en tu presencia, encuentro mi lugar,
donde el amor florece, aun en germen,
donde juntos, nuestros sueños podrían iniciar.
La luna, testigo de nuestra incipiente pasión,
se oculta tras las nubes, celosa,
y la madrugada, nos descubre,
en un abrazo sutil, sin despedida.
Porque en vos, mi amor, he encontrado,
la promesa de cada suspiro, de cada latido,
y en este rincón del universo compartido,
nuestra historia podría ser forjada.

domingo, 7 de julio de 2024

 Cuando los planetas se alinean,
el cosmos susurra un nuevo comienzo,
como si el universo se inclinara,
para que los sueños sean inmensos.
Las estrellas brillan con fervor,
trazando caminos en el cielo,
y en el corazón nace un fervor,
de esperanza, de amor y anhelo.
Las distancias se vuelven un eco,
y el tiempo danza en espirales,
todo lo imposible es un reflejo,
de deseos que cruzan umbrales.
El encuentro se hace realidad,
como un milagro del destino,
y en cada latido, la verdad,
se transforma en un divino camino.
Porque cuando el cosmos conspira,
todo se alinea con gracia,
y en el alma se inspira,
un mundo nuevo que nos abraza.


 La luna sobre el obelisco,
centinela de memorias y susurros,
Buenos Aires duerme, envuelta en nostalgias,
y la calle Corrientes, en su letargo,
perdió el bullicio en las librerías.
Entre las hojas de viejos libros,
resuena un eco de tiempos idos,
donde poetas de antaño
escribían con tinta de sueños.
En las sombras de la ciudad,
bailan las estrellas al compás
de tangos que se disuelven
en el aire, como fantasmas.
El río, testigo silente,
refleja la tristeza
de faroles que iluminan
veredas desiertas y adoquines
que cuentan historias
de amores perdidos y reencuentros.
Las plazas, vacías, guarecen murmullos
de conversaciones olvidadas y besos furtivos
bajo la mirada celosa de jacarandás.
Los árboles susurran secretos
a la brisa nocturna y en cada rincón
se respira el aroma de una época
que se resiste a desvanecerse.
Las avenidas solitarias dibujan senderos
hacia recuerdos dorados,
donde las luces de los cafés aún titilan,
invitando a soñadores a compartir sus historias.
Los viejos bares, guardianes de promesas rotas,
se llenan de sombras a puertas cerradas
que brindan por un tiempo que algún día volverá.
En cada esquina, la nostalgia teje su manto,
y en el silencio de la noche, se escuchan los pasos
de aquellos que alguna vez hicieron de esta ciudad
su refugio y su hogar.
Buenos Aires, con su alma antigua, abraza la melancolía
de una luna que, imperturbable y eterna,
vigila desde el cielo, recordándonos que,
en el corazón de cada ciudad,
vive una historia de amor y pérdida
escrita en las estrellas.

domingo, 30 de junio de 2024

 Tomarte la mano temblorosa,
saber que la conexión es de ida y vuelta,
es un regalo de la vida,
mientras alrededor el mundo sigue alocado,
en esos momentos, encontramos paz.
La mesa del bar vio tu mano en la mía,
desde esa conexión, el mundo se dividió en dos,
el nuestro y el que fuera de esa cápsula invisible
compartimos a diario con el resto.
Tengo una sola vida, ya en marcha hace años,
y ¿qué te parece si la seguimos juntos?
acompañándonos en esos interminables cafés,
conversados entre cigarrillos, neblina
y un Buenos Aires loco, que por un rato ignoramos.
Porque en tu presencia encuentro mi refugio,
en tu risa, la melodía que calma mis días,
y en tu abrazo, el hogar que siempre he buscado.
Dejemos que el mundo gire a su ritmo frenético,
mientras nosotros creamos nuestra propia eternidad.
Tus palabras, tan llenas de vida,
son como un bálsamo para mi alma cansada,
y cada momento contigo es un regalo,
un instante precioso en el vasto océano del tiempo.
Caminemos juntos por las calles de esta ciudad,
dejando que las luces de Buenos Aires nos guíen,
mientras compartimos nuestros sueños y miedos,
construyendo un futuro lleno de esperanza.


 La luna sobre el río sereno,
dos asientos en el mundo pequeño,
donde todo pasa, maravillosamente,
en el habitáculo de lo increíble.
El tiempo avanza, los minutos se escapan,
el río nos acompaña con su ritmo,
entre palabras únicas, imborrables,
junto a una mujer, única y brillante.
Sus ojos reflejan estrellas brillantes,
su risa, un eco en la noche clara,
mientras la corriente nos lleva lentamente,
donde los sueños nunca se apagan.
El viento susurra secretos antiguos,
las hojas danzan en un vals eterno,
y en su mirada encuentro el refugio,
un universo único e irrepetible.
Nos perdemos en historias y sueños,
construyendo un mundo ideal,
cada palabra, un hilo de recuerdos,
cada sonrisa, un puente dorado.
Las estrellas, testigos de nuestro enlace,
brillan como joyas en el manto nocturno,
y en sus ojos, veo la emoción brillar. 
El río, guardián de nuestro momento,
susurra cuentos de tiempos pasados,
y en su murmullo, encontramos el eco
de momentos que trasciende lo soñado.


sábado, 29 de junio de 2024

El parque se desnudó,
perdiendo las últimas hojas en otoño,
y el invierno llegó,
cubriendo todo con su manto cobrizo.
Los árboles, ahora desnudos,
se alzan como esculturas,
silenciosos testigos del cambio,
sus ramas extendidas al cielo gris.
El aire frío trae consigo
un silencio profundo,
interrumpido solo por el crujir
de las hojas secas bajo nuestros pies.
En la quietud del invierno,
la naturaleza se repliega,
preparándose para el renacer,
guardando en su esencia
la promesa de la primavera.
El parque, aunque desolado,
guarda una belleza melancólica,
un recordatorio del ciclo eterno,
donde cada final es un nuevo comienzo.
Y en esta serenidad helada,
nos encontramos,
abrigados por la calidez
de nuestra compañía,
esperando juntos el regreso
del sol y en una tibia caricia,
caminar la vida entre las diferentes
estaciones del año;
juntos y de la mano.

viernes, 28 de junio de 2024

 En tu delicada piel,
la noche esconde secretos,
susurrando historias al viento,
donde las estrellas celosas
guardan silencios profundos.
Cada caricia es un misterio,
un suspiro que despierta deseos,
y en la penumbra,
la luna dibuja sombras suaves,
pintando fantasías en tu piel.
Tus ojos, espejos de enigmas,
reflejan la magia oculta,
y en cada latido compartido,
descubro un mundo nuevo,
un universo de emociones.
La brisa nocturna envuelve
tu esencia, tan etérea y pura,
dejando un rastro de anhelos
que encienden la pasión,
iluminando la oscuridad.
En tu piel, la noche revela
su verdadero rostro,
un baile eterno de luces y sombras,
donde cada secreto murmurado
se convierte en un verso
que susurra el amor profundo
que solo vos conocés.
 Flores cortadas en ramo en la puerta de tu casa, no.
Vos merecés un jardín exuberante,
donde cada flor viva y libre
refleje la esencia de tu ser,
bello y único como tu personalidad.
Imagina un campo infinito,
donde los lirios susurren tu nombre,
y las rosas, con su fragancia embriagadora,
te envuelvan en un abrazo cálido,
como el sol acariciando tu piel.
Cada pétalo que danza al viento
es un reflejo de tu gracia,
y en cada color vibrante,
encuentre tu mirada.
No solo un ramo pasajero,
si no un paraíso eterno de sensaciones,
donde cada brote respire vida,
como lo hacés vos en cada paso,
dejando huellas imborrables.
Que el jardín te rodee siempre,
un santuario de autenticidad,
donde la brisa suave te susurre secretos
y el rocío matutino besé tu rostro,
un espacio donde tu luz brille sin límites,
y donde cada flor sea un canto
a tu libertad y belleza,
una oda a la personalidad de tu ser.
 La fragancia de tu voz
se despliega en el aire
como una caricia suave,
un susurro que envuelve
cada rincón del alma.
Cada palabra que pronuncias
es un pétalo de rosa,
un aroma dulce y delicado
que me lleva a un jardín secreto,
donde solo existís vos. 
Tu voz, melodía sutil,
resuena en mi pecho
como un eco de ternura,
y en cada nota, descubro
la esencia pura de la vida.
En las noches silenciosas,
cierro los ojos y escucho
el perfume de tus palabras,
y en ese instante,
todo el mundo se desvanece,
dejándome solo con el latido
de tu presencia envolvente.
Es en la fragancia de tu voz
donde hallo la paz,
un refugio eterno
en medio del caos.
Cada risa, un suspiro de jazmín,
cada susurro, un soplo de lavanda,
y en el aire perfumado de tu hablar,
encuentro el consuelo, la esperanza.
No hay esencia más preciada
que la de tu voz,
ni aroma más profundo
que el que dejas en mi alma
cada vez que hablas,
cada vez que te nombro.
 El perfume de tu mirada
se adentra en mi ser
como un suspiro suave,
dejando huellas invisibles
en mi alma desolada.
Tus ojos, dos océanos profundos,
me envuelven con su misterio,
y en el aroma de tu presencia
encuentro la esencia de lo eterno.
Cada vez que me miras,
el mundo se detiene,
y en ese instante fugaz
soy cautivo de tu magia,
perdido en la fragancia
de tu ser, de tu luz.
El perfume de tu mirada
es un hechizo que me atrapa,
una melodía sin palabras
que resuena en mi corazón.
Tus pupilas, estrellas brillantes,
iluminan mis noches más oscuras,
y en el reflejo de tu ser mujer
descubro el verdadero paraíso.
No hay aroma más dulce
que el de tu mirada serena,
ni embriaguez más profunda
que perderme en tus ojos,
donde cada parpadeo
es un poema, una canción,
y en cada suspiro encuentro
las letras de mis poesías
solo para vos.


Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...