martes, 28 de enero de 2025

 El muelle parecía suspendido en el tiempo, como si esperara su llegada para volverse parte de un instante inolvidable. Ella caminaba con paso curioso, su figura reflejada en el agua tranquila del arroyo. Era la primera vez que llegaba al corazón del Delta, y su asombro se reflejaba en cada gesto. Es hermoso, dijo, mientras su mirada recorría los juncos mecidos por la brisa, el sol que descendía lentamente, y el arroyo que serpenteaba como una caricia entre la espesura. No pensé que un lugar así existiera tan cerca de todo y tan lejos a la vez. Él sonrió, sosteniendo una canasta con torta frita recién hecha. El Delta tiene esa magia. Es un mundo aparte. Le entregó el mate que había preparado al llegar y se sentaron juntos en el borde del muelle. La madera crujía suavemente bajo sus movimientos, acompañando con un ritmo tenue la conversación que apenas comenzaba. Mientras el sol pintaba el cielo de naranjas y rosas, ella no dejaba de preguntar: Siempre fue así de tranquilo, cuántas veces viniste aquí, cuántos secretos guarda este arroyo. Él le contó de sus días de infancia, de las tardes pescando con sus amigos y de las noches en las que el croar de las ranas era el único canto bajo el cielo estrellado. Ella, a su vez, compartió historias de su vida en la ciudad: las avenidas ruidosas, las luces que nunca se apagan, y los sueños que parecían estar siempre atrapados en el asfalto. Nunca imaginé que me sentiría tan en paz, confesó mientras el mate iba y venía entre ellos, tibio y reconfortante.La torta frita, suave y esponjosa, acompañó las risas y las miradas cómplices. El arroyo reflejaba sus gestos, duplicando la intimidad de ese momento. Cada detalle de la conversación los acercaba más: el tono de voz que se suavizaba al contar algo importante, las sonrisas que se extendían como las olas diminutas en la orilla. Cuando el sol finalmente desapareció tras los álamos y el cielo se llenó de estrellas, una tímida luna se alzó sobre el agua. La brisa traía el aroma de los juncos y el murmullo lejano de un bote que avanzaba lentamente. Ella, que hasta entonces había contemplado el paisaje como quien descubre un tesoro, se giró hacia él y le tomó la mano. Volveremos, preguntó con un hilo de voz, casi como si temiera que la respuesta pudiera romper la magia de ese instante. Él apretó suavemente su mano. Siempre que quieras. Y aunque no lo dijeron en palabras, ambos sabían que no era solo el lugar al que volverían, sino a esa sensación de compañía que había nacido entre ellos. Se levantaron juntos, dejando atrás el muelle y el mate,
enfriándose en el termo. Caminaron por el sendero que llevaba de regreso, con la luna iluminando su camino. Decidieron que ese sería el primer paso de un viaje compartido, un trayecto que seguirían juntos, río arriba o río abajo, hasta que la muerte los separara.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Gracias por comentar mis letras....espero tu próxima visita....."

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...