miércoles, 29 de mayo de 2024

 En el Delta del Tigre, un rincón encantado,
el río Carapachay, sereno y dorado,
refleja la luna en su manto plateado,
creando un paisaje de ensueño, iluminado.
la luna, tímida, se asoma entre nubes,
bañando el río en destellos sutiles,
susurra secretos en murmullos suaves,
y en su brillo, se entrelazan sueños y febriles.
Las aguas tranquilas, espejo del cielo,
reflejan su rostro con místico anhelo,
y en cada ola, en cada vaivén,
se esconde la magia del nocturno edén.
Las estrellas observan, como joyas dispersas,
la danza de la luna, en su senda adversa,
y en el silencio del río, en su calma perpetua,
se revela el misterio de la noche correcta.
Los sauces llorones, con ramas tendidas,
acarician el agua, en noches bendecidas,
y la luna, en su juego de luces y sombras,
pinta cuadros efímeros que el alma asombra.
En el Carapachay, el tiempo se detiene,
cada instante es eterno, cada suspiro entretiene,
la luna se oculta, pero su esencia queda,
en el corazón del río, en su mística vereda.
Es un vals de luz y de reflejos dorados,
un poema sin palabras, en sueños plasmados,
y en el eco del río, en su canto sereno,
se guarda la magia de un amor terreno.
Así, en el Delta, en noches de plata,
la luna y el río, en danza me ata,
creando un mundo de ensueño y verdad,
donde el corazón halla su eternidad.
La luna se esconde, tras el velo del cielo,
dejando un susurro, un místico anhelo,
y el río Carapachay, en su curso infinito,
guarda su reflejo, en un abrazo bendito.

martes, 28 de mayo de 2024

 En el rincón mágico del jardín de infantes,
brilla una luz cálida, con destellos vibrantes,
es la maestra querida, de corazón generoso,
que con manos suaves, guía a cada niño curioso.
Sus ojos, llenos de ternura y comprensión,
son faros que iluminan el camino del corazón,
cada día, con amor y dedicación,
construye un mundo nuevo, lleno de imaginación.
Con paciencia infinita y sonrisa radiante,
enseña en cada instante,
sus palabras, dulces melodías de esperanza,
siembran en los niños sueños de alegría.
En sus manos, los lápices cobran vida,
dibujando futuros, en una danza compartida,
los cuentos cobran magia, en su voz encantada,
y cada niño escucha, con alma entregada.
Sus caricias son suaves, sus abrazos sinceros,
brindan consuelo en momentos ligeros,
y en el juego diario, su amor se despliega,
como un lazo invisible, que todo lo llega.
Cada lágrima seca, cada risa amplificada,
son testimonio de su entrega dedicada,
en el patio del jardín, donde los sueños florecen,
ella es la guía, la estrella que no perece.
Los niños la adoran, con cariño genuino,
porque en su presencia, hallan un camino,
y en el arte de enseñar, ella es maestra y más,
es la constructora de futuros, la que siembra paz.
Sus enseñanzas trascienden el aula pequeña,
son lecciones de vida, que el tiempo diseña,
y en cada niño que crece, se ve reflejada,
la huella imborrable de su amor.
A vos, maestra del jardín, dedico esta poesía,
en agradecimiento por tu labor día a día,
por ser faro de luz, en la infancia temprana,
por hacer del mundo, una casa más humana.
En cada flor que brota, en cada risa clara,
se encuentra tu esencia, que nunca se apaga,
y en el corazón de cada niño que guías,
vivirás para siempre en él.
 En el jardín secreto de nuestros corazones,
florece un amor profundo, sin restricciones,
donde dos almas femeninas encuentran su destino,
y en cada susurro compartido, hallan el camino.
Tus ojos, espejo de mi ser, de mi esencia,
reflejan el amor en su más pura presencia,
en cada mirada, en cada toque sutil,
descubro un universo de amor.
Nuestros labios se encuentran, uniendo dos almas,
en un beso que arde, que calma las llamas,
de un deseo profundo, de un amor sin fronteras,
que desafía el tiempo, que rompe barreras.
En el silencio de la noche, 
nuestros cuerpos se entrelazan, 
cada caricia, cada roce de piel,
es una declaración de amor.
Caminamos juntas, 
enfrentando el mundo, con valentía,
porque nuestro amor es fuerte, 
y en cada paso compartido, hallamos libertad.
Tus risas son mi música, tu voz, mi melodía,
en cada conversación, encontramos alegría,
y en los días grises, en las noches sin luna,
tu amor es el faro que siempre me acuna.
El amor entre nosotras es un lazo sagrado,
un himno a la vida, un regalo anhelado,
y en cada gesto, en cada acción cotidiana,
reafirmamos el amor que el alma emana.
Nos sostenemos mutuamente, 
construimos un hogar, con amor y con alma,
y en el brillo de tus ojos, en tu risa sincera,
encuentro el paraíso, mi compañera verdadera.
El mundo puede ser frío, puede ser cruel,
pero en tus brazos, encuentro el consuelo fiel,
porque el amor entre nosotras es un fuego eterno,
que arde con fuerza, que ilumina el invierno.
Así, celebramos nuestro amor, sin miedo ni duda,
en cada día compartido, en cada lucha,
porque vos y yo, juntas, somos invencibles,
y nuestro amor, en su pureza, es indestructible.
A vos, mi amada, dedico estos versos sinceros,
en cada línea, en cada palabra, 
porque el amor entre nosotras es una obra divina,
una poesía viva, que el corazón ilumina.

lunes, 27 de mayo de 2024

 En sencilla cocina, entre el calor y el aroma,
se alza una mujer de corazón generoso.
Sus manos, sabias y tiernas, crean más que comida,
brindan esperanza a los más necesitados.
Cada día, su pasión se enciende frente al fuego,
prepara cada plato con esmero y dedicación.
sus gestos son caricias,
y en cada plato servido, entrega su alma.
Los ojos tristes pero llenos de gratitud,
encuentran en su comida un refugio, un hogar.
Es más que alimento; es consuelo y ternura,

un acto de amor en cada cucharada.
Con paciencia infinita, transforma simples ingredientes
en festines de alegría y momentos de consuelo.
Sus manos, artesanas del cariño,
nutren cuerpos y almas con su bondad infinita.
El aroma de sus guisos es un canto al bienestar,
donde muchos encuentran más que una comida.
Es un rincón de esperanza en un mundo a veces duro,
una luz brillante en medio de la oscuridad.
Sus platos son más que sustento; son actos de amor,
reflejo de su grandeza, de su entrega sin fin.
A cada vecino, brinda no solo alimento,
si no también dignidad, fuerza y consuelo.
A vos, as ustedes, mujeres valientes,
que cocinan con el corazón,
les dedico estos versos de gratitud eterna.
En cada plato, en cada gesto,
se encuentra el verdadero sentido del amor.
 A orillas del mar, en la calma del día,
nos sentamos juntos, en dulce compañía,
con café y chocolate, en un ritual sencillo,
se entrelazan nuestras manos, en un gesto sencillo.
El aroma del café, tan rico y profundo,
se mezcla con el brío del mar, sin segundo,
y en cada sorbo, en cada mirada,
descubro en tus ojos la promesa callada.
El chocolate se derrite, dulce tentación,
como tus labios que anhelo, en suave devoción,
y en cada bocado, en cada caricia,
nace entre nosotros una nueva delicia.
El mar susurra secretos en su vaivén eterno,
las olas danzan al ritmo de nuestro anhelo,
y en esta quietud, en este sereno,
nuestros corazones laten en un solo sueño.
El sol se oculta, tiñendo el cielo de oro,
y en ese instante perfecto, te adoro,
con el café en mis manos, el chocolate en tus labios,
el tiempo se detiene en estos instantes sabios.
Las estrellas emergen, testigos del amor,
y bajo su manto, se acentúa nuestro ardor,
el sonido del mar, como una melodía,
acompaña nuestro beso, en perfecta armonía.
Cada ola que llega, cada espuma que nace,
es un reflejo de este amor que no se deshace,
y en el calor de tu abrazo, encuentro mi hogar,
mirando el infinito, escuchando el mar.
Café y chocolate, el mar como testigo,
de un amor que florece, que crece contigo,
y en esta noche serena, bajo el cielo estrellado,
siento que en tus brazos, todo es sagrado.
Así, en esta costa donde el mar nos canta,
nuestro amor se afirma, nunca se quebranta,
con café y chocolate, en la quietud del mar,
te amo en silencio, en este dulce lugar.
 
Llega el otoño con su manto dorado,
las hojas caen, el viento las guía,
y en cada suspiro del aire templado,
siento tu ausencia, mi melancolía.
El frío se cuela en cada rincón,
como un susurro que trae tu nombre,
y en el crujir de hojas bajo mi atención,
descubro el vacío que me sobrecoge.
El Delta se viste de ocres y marrones,
los árboles desnudos susurran lamentos,
y en el aire fresco, en los claros rincones,
se percibe tu falta en los momentos lentos.
Las hojas danzan, caen en espiral,
como un ballet triste, una melodía,
y en cada hoja que toca el suelo final,
revive el eco de nuestra armonía.
Los caminos que antes recorrimos juntos,
ahora se llenan de un silencio frío,
y en el crepitar de las hojas en puntos,
siento la ausencia de tu calor tan mío.
El río refleja un cielo gris y apagado,
las aguas tranquilas guardan secretos,
y en el murmullo suave del caudal encantado,
se esconde el dolor de mis sentimientos discretos.
El otoño sin vos es un paisaje desolado,
un cuadro de nostalgia pintado en el aire,
y en cada rincón, en cada árbol dorado,
busco el consuelo en la naturaleza, en su baile.
Pero aunque el otoño traiga consigo el frío,
y las hojas caigan como lágrimas sinceras,
mi corazón guarda el calor de lo vivido,
esperando que un día vuelvas, aunque sea en quimeras.
Así, en este otoño que llora en silencio,
recorro el Delta con un corazón herido,
y en cada hoja caída, en cada viento,
te encuentro y te pierdo, en este otoño sin olvido.

domingo, 26 de mayo de 2024

 Los domingos nublados de frío,
se sienten eternos en tu ausencia,
la bruma en el aire, la helada,
me recuerdan tu falta distante.
El viento susurra en la ventana cerrada,
susurros de tiempos en que nos abrazábamos,
y en la quietud del hogar, la nada,
se convierte en eco de palabras calladas.
Las calles desiertas, cubiertas de soledad,
reflejan mi alma, qué sola se marcha.
Los domingos sin sol, grises y vacíos,
me envuelven en sombras, me ahogan en ríos.
El frío se cuela en cada rincón,
recordando el calor de tu dulce pasión,
Las tardes de invierno, sin tu risa,
se tornan eternas, se vuelven amargas,
cada gota de lluvia, cada brisa rara,
es un lamento que nunca se apaga.
Los domingos fríos, son un poema triste, 
cada nube gris, cada instante menor,
me recuerda que en tu ausencia, pierdo el valor.
Pero en el frío y la niebla, en la soledad,
encuentro la fuerza, la pura verdad.

sábado, 25 de mayo de 2024

 A orillas del río, donde el sol acaricia,
me siento en silencio, envuelto en nostalgia,
el mate en mis manos, sin tu compañía,
es un eco de tiempos, de amor y de magia.
La brisa del agua murmura secretos,
que solíamos compartir en tardes doradas,
ahora susurra el dolor de los recuerdos,
de una partida que dejó huellas marcadas.
Tus risas se han ido, se las llevó el viento,
y en la serenidad de esta tarde solitaria,
el tiempo se detiene, se vuelve lamento,
en la orilla del río, en el Delta.
El mate caliente, su sabor compartido,
es ahora amargo, sin tu presencia,
cada sorbo es un suspiro perdido,
en la vastedad de tu ausencia intensa.
El sol declina, tiñendo el cielo de oro,
y en mis manos el mate es un tesoro,
que guarda el calor de tus manos queridas,
en esta tarde sola, de memorias vividas.
Las hojas susurran, los pájaros callan,
y el río me cuenta historias de añoranza,
en tu ausencia, mi alma se desvela,
en esta melancolía, en esta esperanza.
El sol se despide, pero queda el recuerdo,
de las tardes contigo, del amor sin velo,
y en la paz de esta orilla, descubro
que el dolor de tu partida, es un eterno anhelo.
A orillas del río, la tarde se desvanece,
y en cada sorbo de mate, revivo tu esencia,
aunque ya no estés, tu amor permanece,
en este lugar sagrado, en esta presencia.
La vida continúa, aunque duela la distancia,
y en cada tarde, con el mate en mano,
recordaré tus risas, tu amor, tu fragancia,
en esta orilla del río, en este recuerdo humano.
 
Patria querida, Argentina en flor,
en tus vastas pampas y en tu cielo sin fin,
renace la esperanza con nuevo fervor,
y en cada rincón se siente el latir.
Tus montañas majestuosas, tus ríos caudalosos,
cantan himnos de futuro y de fe,
en el susurro del viento, en tus campos gloriosos,
se escucha el murmullo de un pueblo de pie.
Argentina, tierra de coraje y pasión,
de tradiciones profundas y sueños de grandeza,
en tu suelo fértil brota la ilusión,
y en tu gente vive la nobleza.
El sol brilla más claro, la luna más pura,
cuando en tu seno crece la unidad,
y en cada corazón, la esperanza perdura,
de un porvenir forjado con verdad.
Las voces del pasado, los ecos de la historia,
nos guían hacia un destino mejor,
y en el camino del esfuerzo y la memoria,
resplandece el futuro con renovado ardor.
En tus ciudades bulliciosas, en tus pueblos serenos,
se teje el sueño de una nación justa,
donde la igualdad y el trabajo son terrenos,
de una Argentina que avanza y se ajusta.
Los niños que juegan, los jóvenes que sueñan,
los sabios que enseñan con sabiduría,
son el alma de una patria que se empeña,
en construir su grandeza día a día.
Argentina, mi patria en el buen camino,
con paso firme hacia la prosperidad,
en tu diversidad hallamos el destino,
de un pueblo unido en la fraternidad.
Que la esperanza sea el faro que nos guía,
que la justicia sea nuestro ideal,
y que en cada argentino brille la alegría,
de una patria que renace sin igual.
En tu suelo, Argentina, florece la esperanza,
en tus cielos se dibuja la libertad,
y en el corazón de tu gente, la confianza,
de que el futuro será de paz y equidad.
Feliz Día de la Patria, mi querida nación,
que en cada latido celebre tu corazón.

viernes, 24 de mayo de 2024

 En el Delta de Tigre, donde el río murmura,
despierta el día con una luz dorada,
los veleros se deslizan en la frescura,
de aguas tranquilas, bajo el sol de alborada.
El viento susurra secretos entre juncos,
y acaricia las velas que se hinchan de alegría,
en cada ola, un poema sin rumbos,
navegando hacia horizontes de armonía.
Los sauces llorones se inclinan en reverencia,
al paso sereno del velero en su danza,
y en cada meandro, la naturaleza en esencia,
pinta un cuadro de paz y esperanza.
el cielo azul refleja su inmensidad,
en el espejo líquido que el río ofrece,
y los colores del día, en su serenidad,
tejen sueños que el alma agradece.
Las aves cantan sus melodías en vuelo,
un concierto de vida en la brisa ligera,
y el delta, con su magia y su anhelo,
se convierte en un paraíso en primavera.
Navegar a vela es un abrazo del tiempo,
donde cada instante se siente eterno,
el sol acaricia la piel con su aliento,
y el río cuenta historias en su lecho tierno.
En el vaivén del agua, los pensamientos se disuelven,
las preocupaciones se alejan, como hojas al viento,
y en la quietud del delta, los corazones resuelven,
que la belleza del momento es el mayor sentimiento.
El día transcurre en un lento compás,
de risas y silencios, de miradas y sueños,
y en el delta, cada rincón es un abrazo de paz,
un recordatorio de que vivir es un dulce empeño.
Al atardecer, cuando el sol se despide,
pintando el cielo de rojos y dorados,
el velero regresa, y el alma decide,
que en el Delta de Tigre, los días son sagrados.
Porque en sus ríos, en su calma infinita,
navegar a vela es un acto de amor,
una danza con la naturaleza que invita,
a vivir cada día con pasión y fervor.
 En la avenida desierta, donde el eco suspira,
se desvanecen los pasos de una ciudad dormida,
bajo la luz de farolas cansadas,
el tango melancólico en la noche se anida.
La bruma acaricia los adoquines fríos,
donde el viento susurra historias del ayer,
y en cada esquina, el recuerdo perdido,
de amores que se fueron sin volver.
Las sombras bailan un vals de soledad,
en la penumbra de esta calle desierta,
y el bandoneón llora su triste verdad,
en una melodía que el alma acaricia.
Ecos de risas y llantos se entrelazan,
en el aire pesado de nostalgia y desvelo,
fantasmas de tiempos que ya no volverán,
se pierden en el vaivén de un tango en duelo.
El humo de un cigarro se disuelve lento,
como los sueños que se fueron sin aviso,
y en cada rincón, un fragmento de tiempo,
donde la tristeza encuentra su hechizo.
Las ventanas cerradas guardan secretos,
de pasiones ocultas y promesas rotas,
y en la avenida, un solitario espectro,
recorre el silencio con pasos que flota.
Tango de la avenida desierta, canto de despedida,
eres el lamento de un amor que no pudo ser,
en tus notas melancólicas, la vida suspendida,
una ciudad que, en la noche, no deja de perder.
Bajo la luna pálida y estrellas fugaces,
el corazón se quiebra en acordes de nostalgia,
y en la avenida desierta, entre luces tenues,
el tango resuena, eterna plegaria.
Así, en la soledad de esta calle sin nombre,
donde el tiempo se detiene y la tristeza danza,
el tango melancólico encuentra su horizonte,
una avenida desierta, un alma sin esperanza.

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...