La vida sacude los tendones diarios,
los días pasan enarbolando horas,
enhebrando segundo tras segundo
los minutos y en la espera
del sol, sentada en la cama
recuerdas una y otra vez
la noche de la partida,
las vías del largo y sucio ferrocarril.
La costa de un río descuidado
y la desidia de inútiles mandatarios,
el tiempo pesa, la nostalgia crece,
los hijos toman vuelo y la soledad
inunda el desconcierto en el último
tema del recuerdo girando en el viejo
y gastado casete que en soledad
escuchas románticamente aferrada,
en el último piso sin balcón
donde pasa la vida sin salida.