Por más que lo intentes
siempre queda algo por resolver,
nadie se va sin dejar huellas,
malas lindas, feas oscuras,
porque el corazón se comprime
y las arrugas enseñan,
la esquina del buzón,
sentados en el frío mármol
de entrada a la carnicería,
el mismo era nuestro cada noche,
cada madrugada, y justo ahi
la noche transcurría, la luna corría
y las estrellas nos protegían
más de una vez hasta el amanecer
intentando arreglar el país,
qué pasados los años, cada vez está peor,
como notros, que perdimos el umbral
nos robaron el buzón y un día
escondimos la ilusión por temor
a volvernos a equivocar.
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