Entre mates y café
fueron corriendo los días,
calendarios de climas
e historias de viejas anécdotas
salpicaron entre risas y lágrimas,
conversaciones inolvidables.

Tu rostro fue cambiando
con el correr de los días,
de los meses, y en cada encuentro
algo por descubrir surgía
en el momento menos pensado,
pero aquella noche . . .
La luna se perdió,
mi silbido retumbó entre los árboles
y en el oriente vi caer una lluvia
de cientos de estrellas color tiempo,
la tranquera resonó, el crujir
de las viejas bisagras, y Tomy
mi viejo y cansado perro,
corrió como conociendo
la visita inesperada,
minutos después me abrazabas
y por primera vez
después de mucho tiempo,
dejamos de escribirnos,
para hacernos realidad en medio del campo
a la luz de las estrellas que
silenciosamente fueron las únicas
testigos de nuestro primer beso sin distancia.