martes, 9 de septiembre de 2025

La Enlace

 Nació de un sueño en el patio de una casa antigua, de esas donde todas las habitaciones se abrían hacia un centro común y en el fondo,  la cocina y el baño, eran testigos de la vida diaria. 
Allí no había maderas ni astilleros, sino el inconfundible aroma, a papel de imprenta, a tinta fresca y a trabajo constante, y, en medio de ese escenario cotidiano, Emilio fue imaginando y dando forma a una embarcación distinta. No llevaba ruedas, sino un corazón de motor Ford Falcon, dispuesto no a rodar por caminos de tierra, sino a latir sobre los ríos del Delta.
La bautizó Enlace, y aquel nombre no era casual, había sido también el de la primera imprenta familiar, el signo de unión entre tintas, papeles, cartones y colores brillantes y ahora, sobre el agua, se convertía en un puente aún más profundo, el enlace entre la familia y los amigos, entre el taller y el descanso, entre la ciudad y el río, entre los sueños y la vida misma.
De un naranja encendido y con un tapizado impecable realizado por Lito, la Enlace parecía una llamarada flotando bajo el sol. 
Descansaba en el muelle del Pájaro Loco, atada a sus postes, y allí lucía como una joya, pero apenas se soltaba, se transformaba, ya no era madera ni hierro, era pura vida deslizándose entre juncales y riachos escondidos.
El primer capitán fue Emilio, quien la había soñado y construido con sus propias manos. Más tarde, el timón pasó a sus hijos, Rubén y Alberto, que heredaron no solo la lancha, sino también la pasión de guiarla por los rincones más hermosos del Delta. Juntos la llevaron a recorrer espejos de agua donde el río conversa con el sol y a perderse en senderos líquidos que parecían no tener fin.
La Enlace no fue solo una embarcación, fue compañía en tardes enteras de navegación, fue risas compartidas al quedarnos alguna vez sin nafta en medio del río, fue silencio y contemplación cuando el agua reflejaba un cielo de oro al atardecer. Fue, sobre todo, un lazo, con los amigos, con la naturaleza, con los trabajos de la imprenta y con los afectos que daban sentido a cada jornada.
Hoy, al evocarla, la memoria no la deja descansar; basta cerrar los ojos para verla pasar todavía, encendida en su naranja brillante, con el eco de su motor Falcón
marcando el pulso del viaje.
En cada brazada del río parece esconderse un pedazo de infancia, una conversación suspendida, una mirada cómplice desde la proa.
Verla surcar el agua era más que contemplar una lancha, era contemplar la historia de una época, el espíritu de una familia y el reflejo de un tiempo que, aunque lejano, sigue vivo en nosotros.
Porque hay barcos que se olvidan y barcos que se vuelven eternos. La Enlace pertenece a los segundos, no importa cuánto cambien los días: seguirá navegando, luminosa e inalcanzable, en la memoria y en el corazón de quienes la vieron pasar… y de quienes tuvimos el privilegio de navegar en ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Gracias por comentar mis letras....espero tu próxima visita....."

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...