viernes, 26 de septiembre de 2025

La Sirena ya no está, pero yo la sigo viendo, como si las paredes todavía respiraran el humo de los cigarrillos, el murmullo de las discusiones, el chocar de los vasos llenos de vermut. 
Era más que un bar; era una especie de templo laico donde la vida se tejía entre charlas políticas, risas cómplices y silencios que también decían lo suyo.
En los comienzos de los 80, cuando el país despertaba de su propia sombra, yo empecé a escribir mis  poesías en esas mesas. Entre botellas de Cinzano y servilletas manchadas de tinta, descubrí que las palabras podían ser refugio y también trinchera. 
Allí aprendí que la poesía no nace en soledad, sino entre amigos que discuten, sueñan, se equivocan y vuelven a empezar.
Recuerdo los domingos como un rito sagrado, almuerzo sencillo, vermut con hielo, discusiones de política que duraban horas y que a veces terminaban en abrazos, a veces en promesas de seguir luchando. Todo parecía posible en esa esquina, porque el barrio tenía corazón y La Sirena lo hacía latir.
Hoy, en ese lugar que fue testigo de nuestras vidas, se levantan góndolas frías de un supermercado. 
Donde había canciones, hay ofertas; donde hubo abrazos, hay pasillos y, sin embargo, no pudieron borrarla del todo, porque La Sirena habita en la memoria, en cada poema que nació allí, en cada brindis compartido, en cada amigo que quedó en el camino.
No es nostalgia solamente, es agradecimiento, porque en ese bar empecé a ser yo, ya que allí comprendí que la poesía podía nacer de un vaso de vermut, de una charla de política, de un amigo que te tiende la mano. La Sirena se fue, pero nos dejó a nosotros con la tarea de mantenerla viva en la palabra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Gracias por comentar mis letras....espero tu próxima visita....."

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...