jueves, 3 de julio de 2025

Lavalle; cómo explicarte hoy lo que fue para tantos de nosotros, esa calle peatonal vibrante, llena de luces, marquesinas, carteles gigantes anunciando los estrenos del momento. 
Un lugar donde el tiempo parecía detenerse solo para regalarnos instantes que, sin saberlo, estaban destinados a ser recuerdos imborrables.
Cada cine tenía su alma propia, su público, su murmullo expectante antes de la función y sus comentarios apasionados al salir. 
Era un ritual hermoso, elegir la película, hacer la fila entre charlas y risas, emocionarse o sorprenderse frente a la pantalla grande, y después terminar en un bar cercano para seguir la historia, pero ahora con palabras, miradas y tazas humeantes de café.
A veces, el paseo se prolongaba por Florida, esa otra arteria encantada de la ciudad, con sus locales tan bien presentados, sus vidrieras que brillaban invitándonos a soñar un rato con lo inalcanzable, sus músicos callejeros poniendo banda sonora a nuestras caminatas. 
Todo tenía un aire casi cinematográfico, como si nosotros mismos fuésemos parte de un gran film porteño.
Nosotros veníamos desde el barrio, con la sencilla alegría de quienes sabían que el viaje ya era parte de la aventura. 
El tren Mitre nos llevaba desde Coghlan directo al centro. Cuántos viernes o sábados repetimos esa salida, cuántas veces la estación se convirtió en punto de encuentro y de regreso.
Recuerdo bien la marea humana. Lavalle estaba llena de gente, tanto que bastaba que uno se distrajera mirando un afiche, un kiosco o algún artista ambulante para que el grupo se perdiera entre desconocidos. 
Pero eso también tenía su magia, el reencuentro unos metros más adelante, los saludos entre carcajadas, los dónde te habías metido. 
Hoy Lavalle ya no es lo que era. Sus cines en su mayoría cerraron, muchas de sus luces se apagaron, el bullicio se transformó en un murmullo lejano. Pero para nosotros, los que la caminamos cientos de veces, sigue tan viva como antes. Late en la memoria, en esas noches simples y felices que nos regalaron juventud, amistad y un poquito de ilusión.
Por eso la homenajeo hoy, desde este rincón de recuerdos, con el corazón un poco apretado pero agradecido. Lavalle no solo fue una calle, fue escenario de tantas historias mínimas, fue un puente a la fantasía, fue la excusa perfecta para encontrarnos, perdernos y volvernos a encontrar. Fue  y es, parte de quienes fuimos.

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