Es siempre una incertidumbre placentera,
como quien aguarda un bondi en la madrugada.
Pero ella siempre llega,
minutos más, minutos menos,
y allí está, su sonido se escucha a lo lejos.
Conocemos bien el rugir de sus motores,
la hélice que empuja el agua,
y divisamos su marcha hacia nuestro muelle,
camino a territorios con vecinos conocidos,
con turistas curiosos,
pero todos compartiendo la armonía
y el deseo de llegar,
paseando entre las aguas del delta.
Inefable, siempre presente,
nuestra lancha colectiva,
amiga de jornadas enteras,
con su capitán, amigo también,
guía de este viaje que es tan nuestro
como el murmullo del río.
como quien aguarda un bondi en la madrugada.
Pero ella siempre llega,
minutos más, minutos menos,
y allí está, su sonido se escucha a lo lejos.
Conocemos bien el rugir de sus motores,
la hélice que empuja el agua,
y divisamos su marcha hacia nuestro muelle,
camino a territorios con vecinos conocidos,
con turistas curiosos,
pero todos compartiendo la armonía
y el deseo de llegar,
paseando entre las aguas del delta.
Inefable, siempre presente,
nuestra lancha colectiva,
amiga de jornadas enteras,
con su capitán, amigo también,
guía de este viaje que es tan nuestro
como el murmullo del río.

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