CLARO.

 Aquella tarde, donde las calles

se cruzaron para que nadie 

las circulé, nadie las manche

nadie las pise y nadie las pasee,

los duendes se adueñaron 

de la luna llena de noviembre,

pero nosotros fuimos, estuvimos

como personas correctas

con el destino equivocado.

Fuimos la forma más bella 

y más cruel que tuvo aquella noche

de pegarnos un sopapo en la cara.

Pero gracias a esa noche

en minutos supe que vos seriás

el amor para toda mi vida.

Todo transcurrió rápidamente,

te comprendí, me comprendiste,

pero fue tarde, aunque 

te quedo muy claro

que nadie te  querrá más que yo.

Supiste aquella noche,

escrito por medio, que siempre

me han tocado las cosas imposibles,

que he luchado siempre por ellas,

que no me asustan, que no abandono

y aunque cueste  llego,

pero esa teoría se rompió con vos,

el miedo, el respeto, la admiración

pueden más que una oportunidad.

A veces pienso que no fuimos puntuales,

equivocamos el día, la hora y el lugar,

quizás las calles se portaban mal con razón,

debería haber retrocedido,

deberías haber inventado un mal estar,

total estaba todo ya dicho,

yo sabía a qué iba, 

vos sabías qué decir,

pero yo te sé respetuosa

entiendo la opresión del pecho

como si me pasara a mí,

y entendiste mis lágrimas a solas

como si lloraras vos,

qué puto el destino, que jugada maestra,

encontrarnos para conocer el amor de mi vida,

en el momento menos indicado, 

a la hora menos prevista, pero

con una ventaja, para mí,

ya sé quien sos, ojalá

con el tiempo, me encuentres,

total, ya lo sabes, 

te estaré esperando.

Y si las calles se vuelven a

encaprichar en diagonales,

retorciendo la luna o un tornado

pasa por la Nueve de Julio 

y se lleva el Obelisco,

no importa, llegaré, lo sabes, 

llegaré de cualquier manera

y eso, lo supiste siempre.