jueves, 2 de mayo de 2024

 Algún día te escribiré una poesia que no
mencione el aire ni la noche;
que descarte el color de las flores,
que no tenga brillo ni perfume.
Algún día te escribiré una poesia sin comas,
sin espacios, que no hable del delta y sus misterios,
y que no describa las estrellas.
Algún día te escribiré una poesia que se limite
a pasar los dedos por todo tu cuerpo
y que transforme tus ojos en poesías,
sin comparaciones, sin metáforas,
algún día escribiré una poesia que tenga
el perfume de tu cuerpo
y el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad más fuerte de un abrazo. 
Algún día escribiré una poesia
solo con tu nombre y será la última vez
que ponga en palabras mi corazón.
Pero ese día, todos sabrán de quién hablo
cuando en silencio te nombro parabólicamente
desde aquella noche, cuando a solas
caminabas por la calle sin encontramos.

miércoles, 1 de mayo de 2024

 En la penumbra de la noche, nuestros cuerpos se entrelazan,
como si el universo conspirara para que nos abrazáramos.
Tu piel suave como el terciopelo, mis manos te exploran,
cada caricia es un susurro, cada beso es una canción.
En la quietud del silencio, tus gemidos se desatan,
el deseo nos consume, como una llama que no se sacia.
Tus labios ardientes buscan los míos con avidez,
y en el calor de nuestro encuentro, perdemos la lucidez.
El aroma de tu perfume embriaga mis sentidos,
mientras nos fundimos en un abrazo prohibido.
Tus susurros son promesas de placer sin final,
y en la oscuridad de la noche, nos entregamos al ritual.
Cada roce es un suspiro, cada movimiento una danza,
nos sumergimos en un éxtasis de pasión y esperanza.
El tiempo se detiene, somos uno en la eternidad,
y en el fulgor de nuestro amor, encontramos la verdad.
Descubrirte fue el encanto del día hecho poesía,
como un rayo de sol que ilumina la penumbra,
tus palabras fluían como versos en armonía,
y en cada letra, encontraba mi alma en la cumbre.
Tus ojos eran estrellas en el vasto firmamento,
guiándome en el laberinto de la noche oscura,
y en cada mirada, hallaba un dulce alimento,
que alimentaba mi espíritu y curaba mi amargura.
Tu voz era melodía, un susurro en el viento,
que acariciaba mi alma con su suave cadencia,
cada palabra tuya era un regalo del tiempo,
un bálsamo que aliviaba mi sed de existencia.
Descubrirte fue como hallar un tesoro escondido,
un hallazgo inesperado en el océano del destino,
cada instante a tu lado era un regalo concedido,
un viaje a un mundo donde reinaba el amor genuino.
Y así, entre versos y susurros, entre risas y sueños,
nuestro encuentro se convirtió en un poema eterno,
donde cada día será una nueva página en nuestros cuentos,
y cada verso era una declaración de amor sempiterno.







 

 En la penumbra de la noche, ella caminaba,
ajena al destino que le tenía preparado un giro,
sus pasos resonaban en la calle desierta,
mientras el universo conspiraba en silencio.
En un rincón oscuro, entre sombras y susurros,
un hombre se escondía, un poeta en su refugio,
sus versos fluían como un río en la noche,
y su alma se deslizaba en un océano de susurros.
Ella, curiosa, se detuvo al escuchar aquel murmullo,
sus oídos captaron el eco de las palabras en el aire,
y en la oscuridad, vio al hombre, como un destello,
un poeta oculto entre sombras, listo para cautivar.
El encuentro fue un encuentro de almas afines,
sus versos se entrelazaron como hojas en el viento,
cada palabra, un abrazo, cada verso, un suspiro,
y en la magia de la noche, se encontraron en el tiempo.
Desde entonces, en cada noche estrellada,
los dos poetas se reunían en aquel rincón oculto,
compartiendo versos, sueños y anhelos,
bajo el manto de la noche, en un pacto oculto.

 En sinuoso camino de la vida, ella camina sola,
su corazón anhela el calor de otro ser,
pero el miedo la abraza, como una sombra,
temerosa de volver a sufrir y padecer.
Sus pasos son vacilantes, su mirada esquiva,
cada encuentro es una oportunidad perdida,
su corazón, herido por amores del pasado,
la hace dudar, la hace sentirse perdida.
En la quietud de la noche, en la soledad de su dormitorio,
ella se sumerge en un mar de incertidumbre,
anhelando el abrazo de un compañero,
pero temiendo el dolor que pueda traerle la soledad.
El tiempo pasa, y su corazón late con ansias,
pero el temor la paraliza, la hace retroceder,
sabe que encontrar el amor es un riesgo,
y el miedo a sufrir la hace estremecer.
Sin embargo, en lo más profundo de su ser, hay una luz,
una chispa de esperanza que se niega a apagarse,
porque sabe que el amor verdadero,
puede sanar las heridas y hacerla renacer.
Así que, a pesar del miedo y la incertidumbre,
ella sigue adelante, con valentía y determinación,
porque sabe que algún día, en algún lugar,
encontrará el amor que ilumine su oscuro horizonte,
y ese día, puede ser mañana.

martes, 30 de abril de 2024

 En la penumbra del departamento, 
en un sillón de nostalgias
su figura se desliza con gracia y misterio,
envuelta en la seducción, en un juego de misterio.
Cada sorbo de vino acaricia sus labios carmesí,
cada trago es un susurro de placer que ella eligió,
su mirada es un desafío, un llamado a la pasión,
mientras la tarde curiosa observa desde el balcón.
El silencio se cuela por las ventanas,
el aroma del deseo impregna el aire con su encanto,
ella se sumerge en la espera, en la danza de la ilusión,
anhelando el encuentro con su amante, su perdición.
Cada rincón guarda secretos y promesas,
ella se entrega al éxtasis de la espera,
Y así, en la soledad, entre sombras y destellos,
ella se sumerge en un mar de sensaciones y anhelos,
por qué el mundo se detendrá en un instante de eterno vuelo.
En las costas doradas del litoral,
baila la brisa entre tus cabellos de trigo.
Eres la musa de la costa, radiante y serena,
con la esencia del río en tu mirada morena.
Tus ojos reflejan el azul del horizonte,
tu corazón late al compás del silencio del monte.
Eres la sirena que encanta a la luna,
con tu voz suave y tu sonrisa verdadera.
Bajo el sol ardiente del litoral,
brillas como estrella en el cielo cristalino.
Eres la esencia misma de la tierra y el río,
una mujer del litoral, eterna en su caminar.
En cada atardecer, en cada ola que besa la costa,
tu presencia se hace sentir, dulce y serena.
Mujer del río, en tus brazos se encuentra 
la paz del día y en tus ojos el amor escondido.
 

lunes, 29 de abril de 2024

 En la magia de la madrugada,
te deslizas desde mis sueños hacia mi realidad,
tus curvas se dibujan en la penumbra,
provocando un fuego que arde sin piedad.
Tu piel desnuda brilla a la luz de la luna,
mientras te acercas con pasión y ternura,
mis manos ansiosas recorren tu figura,
desatando gemidos en esta noche tan pura.
Entre suspiros y susurros, nos entregamos al deseo,
nuestros cuerpos se funden en un baile sin freno,
cada caricia enciende la llama del placer,
cada beso es un grito de pasión que no puedo contener.
Tus labios recorren mi piel con ansias voraces,
despertando sensaciones que nunca
había sentido,
y en un éxtasis compartido, nos perdemos en el abrazo,
hasta que el amanecer nos sorprende con su luz.
Y así, entre suspiros y gemidos de placer,
nos entregamos al deleite de nuestros sentidos,
saboreando cada momento de esta noche eterna,
donde el deseo y la pasión nos hacen uno sin medida.
Noche de un lunes en Buenos Aires,
la lluvia cae con suavidad sobre la ciudad,
las calles se llenan de un murmullo sereno,
mientras las luces solitarias bailan en la oscuridad.
Los transeúntes apresuran el paso bajo los paraguas,
las gotas de lluvia pintan un cuadro en el pavimento,
el aroma a tierra mojada se mezcla con el aire,
creando una atmósfera mágica, un momento de alivio y aliento.
En los cafés, las mesas cobijan charlas íntimas,
el sonido de las risas se mezcla con el repiqueteo de la lluvia,
el calor de una taza de café reconforta el alma,
mientras el tiempo parece detenerse en esta noche de melancolía y dulzura.
En los balcones, las plantas reciben con gratitud
el regalo de la lluvia que las nutre y las rejuvenece,
y en los corazones de los porteños,
la lluvia despierta la nostalgia y la añoranza de días pasados.
Pero en medio de la lluvia y la melancolía,
Buenos Aires sigue latiendo con fuerza y pasión,
porque en cada gota de lluvia, en cada rincón de la ciudad,
late el corazón vibrante de una ciudad
que nunca deja de soñar.






 En la penumbra del muelle, bajo el cielo estrellado,
nuestros cuerpos se encuentran en un baile de pasión,
tus labios encuentran los míos en un beso robado,
mientras la brisa marina acaricia nuestra piel con devoción.
Desnudos ante la noche, nos entregamos al deseo,
cada caricia es un susurro que enciende la llama,
exploramos cada rincón con ansias de fuego,
y en la fusión de nuestros cuerpos, el universo reclama.
El sonido del río acompaña nuestro vaivén,
susurros de placer se mezclan con el murmullo del agua,
nuestros gemidos se funden en un himno de éxtasis sin freno,
y en ese momento, somos uno con la noche, una sola fragua.
Enredados en la pasión, nos perdemos en el éxtasis,
cada roce, cada suspiro, nos lleva más allá del placer,
hasta que juntos alcanzamos el punto de no retorno, sin aviso,
y en un estallido de éxtasis, nos sumergimos en el abismo del querer.
Así, en la costa del río, entre susurros y gemidos,
nos entregamos al deleite de nuestros sentidos,
descubriendo en el encuentro carnal, el más puro sentido,
del amor desbordante, en nuestros cuerpos fundidos.



En el vasto horizonte del mar argentino,
baila una mujer bajo el sol radiante,
sus ojos reflejan el azul infinito del cielo.
Ella camina por la playa con gracia felina,
sus pasos imprimen huellas en la arena dorada,
su piel acaricia la brisa marina con suavidad,
su risa es el eco de las gaviotas en vuelo.
Su belleza rivaliza con la majestuosidad del mar,
sus curvas son suaves como las dunas de la costa,
sus labios saben a sal y a libertad sin límites,
su presencia ilumina la playa como un faro en la noche.
En su mirada se esconde el misterio del océano,
sus sueños navegan en las olas del destino,
su corazón late al compás de las mareas,
su alma se funde con la eternidad del mar argentino.
Oh, mujer bella del mar argentino,
eres la sirena que encanta a los marineros,
tu espíritu libre despierta la pasión de las olas,
tu belleza es un tesoro que el mar guarda celoso.
Que tu luz brille siempre en la inmensidad del mar,
que tu alma navegue con viento en popa hacia el horizonte,
que encuentres en las profundidades del océano,
la felicidad y la paz que siempre has buscado.
su cabello ondea al viento como las olas,

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...