del loco Buenos Aires
y, entre versos melancólicos,
y rodeando el Obelisco
cruzás rápido Corrientes.
Mientras que, en el Bajo,
suena un tango solo para vos,
bella . . . sigo la aureola
que dejás paso a paso.
En la última cortada del tango,
dejo una lágrima de recuerdo,
antes de tu partida
sobre esas nubes rojizas,
en medio del ardiente calor
que invade las calles,
esperando tu suave rocío...
el día del regreso.