El columpio de la vida,
día a día me hamaca por diversos
sonido que me acompañan al sol,
uno de ellos era el suave susurrar
de tu voz, la misma me acunaba
en el breve descanso de la tarde,
tus palabras giraban lentamente
en tus labios y disparaban colores
inolvidables en la forma de decir,
casi intacto, como recuerdo tu piel
corriendo debajo de las yemas
de mis dedos temblorosos.
Aquella tarde de abril,
Aquella tarde de abril,
cuando la noche comenzó
a ganarla a la hermosa tarde,
te busqué algunas horas y
nunca más supe de vos,
a veces te olvido, otras te recuerdo
y en la noche, con un poco de alcohol
sonrió recordándote corriendo
por el laberinto sin salida,
como una metáfora de vida
con final inconcluso.
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