de aquella tarde han quedado,
metro a metro
caminado de la mano.
Hemos compartido el sol,

el calor y el tiempo
que juntos conversamos.
La vida sin prisa,
allá, donde los acantilados
muestran la historia
y la erosión marca los años
que no marca el reloj,
te conté la vida,
me contaste días de la tuya,
y el sol se llevó el encuentro,
como único testigo
de lo irrepetible e inolvidable,
que solo tú y yo guardamos.