caminamos a la suave brisa
de aquella bella mañana,

en la soledad, el susurro del río
remoloneaba a la espera
de un domingo agitado de sol
y solos, en la isla
vivimos el cuento mágico,
donde las aves acunaron
nuestros besos en la soledad
del delta, paraíso escondido
de la muchedumbre,
donde el amor se palpa
en las manos entrelazadas,
al simple recorrido
de nuestros lentos pasos.