miércoles, 9 de noviembre de 2022

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Quien conoce a Osvaldo no puede extrañarse ante sus afanes poéticos y literarios. Ellos no son sino la consecuencia lógica de una personalidad y espíritu extremadamente sensibles, que encuentran un cause natural _pero no único_ en la expresión artística. La otra vertiente por la que fluyen esos atributos es la militancia política.
En Osvaldo, esa militancia no es el fruto de un interés partidario, ni queda limitada por un mero marco ideológico, por lo contrario, en él, tanto su poesia como su actividad política son el resultado de una profunda convicción sobre la vida.
Osvaldo pertenece al conjunto de aquellos que creen que toda existencia debe ser respetada y que el mundo debe ser un lugar en el cual la vida debe ser cada vez más plena. Está absolutamente convencido de que es un deber ineludible para el hombre, emprender en todos los tiempos y circunstancias, una lucha denodada en procura de un bienestar creciente. Sabe bien que toda evolución, toda mejora en las condiciones espirituales y materiales de vida del hombre no son casuales, sino que han surgido del esfuerzo y la dedicación. El mismo empeño empleado en el desarrollo de la ciencia y la técnica, que Osvaldo dedica, han permitido obtener mejores condiciones de vida, que posibilita que los hombres que la integran sean cada vez más dignos en el más amplio sentido de la palabra.
Osvaldo, entonces, brinda un doble esfuerzo, ético y político, que, desemboca mansamente hacia su principal destinatario; El hombre. Todas las ideologías, filosofías o sistemas políticos que han perdido del campo de su visión al hombre como verdadero objetivo de sus desvelos, han terminado justificando, de una u otra manera, la vulneración de sus derechos inalienables, han actuado de similar manera cuando han olvidado que el hombre es una composición de espíritu y materia que debe ser respetada y satisfecha en igual medida.

Osvaldo ha comprometido esto y por eso ha aceptado el difícil desafió de encolumnarse junto con quienes desean construir un humanismo pleno, real, que se traduzca en la edificación de sociedades más justas, de comunidades cuyas bases estén asentadas sobre el respeto irrestricto de los derechos del hombre y cuyo norte permanente sea permitir a cada ser humano desarrolle sus aspiraciones más nobles.
La lucha no es fácil, y tal vez parezca hasta una utopía, pero es la única empresa que nos otorga desde aquí una verdadera justificación a la existencia.
Por más importante que sean los escollos a superar, es seguro que Osvaldo no claudicara, no podrá ser infiel a sí mismo, ya que para él y quienes lo 
acompañamos en el diario devenir, somos realistas como mencionó un filósofo y nada, después de un largo camino transitado es imposible.


Dr. Javier Alegría.
Amigo, compañero, militante, compinche de Osvaldo, juntos en APDH, CONICET, SECYT. En la vida.


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