Sentado frente al teclado,
con el mate y el termo de compañía,
palabras que van y vienen en mi mente,
recorren el día sin prisa,
pero no encuentro la correcta,
el vinilo giró ya no sé cuantas veces
del mismo lado, como un susurro
de viejos recuerdos, el aroma
a libros que percibo cada vez que entro,
ya no lo siento, ya es parte mía,
como tal vez lo seas vos
en cada instante de un día,
compleja y sonriente, alegre y vital.
Sin hablar, conozco tu día
en cada palabra que escribes
en esos mensajes que vienen y van,
conozco tu rostro sin verlo,
con sonrisas, lágrimas, tristeza y alegría,
así debería ser siempre el amor,
pero hoy debería escribirte en poesía
mil cosas que me haces sentir diariamente.
Pero no puedo, me inunda la emoción
de saberte maravillosamente única,
no tengo palabras para contarte cuanto
te pensé, pues solo algunas letras
no pueden describir la emoción
de saberte única, y tenerte
tan presente, que las palabras serian pocas
por más poeta trasnochado que me sienta,
en medio de tanta alegría compartida,
porque al fin y al cabo nos pasó algo parecido
aunque yo lo escriba y vos lo ocultes
entre tus pensamientos dibujando el día.
