SIN DESCANSO.

Ella se desvaneció entre luciérnagas,

una figura envuelta en misterio y nostalgia. 

Cargaba consigo la angustia de los recuerdos, 

como una colección de expedientes de causas olvidadas. 

Viajaba en los colectivos de la ciudad, 

bajo el anticipado calor de un verano 

que anticipaba el ardor de sus encuentros.

La ciudad de bicisendas y sueños es su hogar, 

pero su corazón anhela el Delta, 

el río y la dulce espera. La ciudad añora su presencia, 

y su imagen se refleja en la frescura de cada mañana, 

danzando sobre las aguas tranquilas que fluyen desde el Paraná.

Ella recorre las calles sin descanso, 

sumergida en aplicaciones apresuradas, 

mientras la ciudad, exhausta, 

busca refugio en el silencio de la noche. 

Ella trabaja sin pausa hasta que el sol, 

con su tímida luz, anuncia el renacimiento del día. 

Su vida es un constante ajetreo, 

en una ciudad que nunca se detiene,

 y su espíritu, como las luciérnagas, 

sigue brillando en la oscuridad, 

iluminando los corazones que la aman.