viernes, 27 de octubre de 2023

ELLA.


Transitas la casa de aquí para allá,
envuelta en una aureola sagaz de ausencia,
el sol despierta tu día entre metáforas dulces de una vida
repleta de momentos inolvidables.
Descalza al día, desnuda a la vida,
sonríes sin tregua, confiesas sin prisa,
mientras tu fiel compañera,
te acompaña con su mirada,
contándote el amor incondicional
en el silencio de la tarde.
Enciendes la noche, despiertas el día,
cómplice de la maravillosa ausencia de las preocupaciones.
Escucho tu voz, cercana, y en el columpio de la vida sonríes,
entre harina de almendra y frutillas con crema.
Con un mate más, despiertas otro día,
mientras sobre Buenos Aires, la humedad
descansa en las veredas entre bocinas de cientos de autos,
y un gorrión malevo te invita una vez más
a compartir la vida sin destino, sin prisa,
llevándote a volar de la mano
por los caminos del mundo, sin mentiras,
soberbia ni hipocresía, simplemente
desnudos a la vida de cuerpo y alma, 
entre abrazos y besos. 

sábado, 21 de octubre de 2023

Ella.

La plaza cobró vida con su presencia,
como si las flores bailaran en su honor.
Los bancos se volvieron testigos
de la magia que desataba su risa,
mientras burbujas de alegría flotaban
al compás de su paso elegante.
Los vendedores ambulantes
se unían al coro de la ciudad,
entregando sus mejores productos
como ofrendas a la dama que iluminaba
cada rincón con su esencia única.
Una canción de júbilo resonaba
en el aire, como si la primavera
se hubiera adelantado para recibirla.

Ella, una mujer singular,
paseaba con gracia y misterio,
una figura que destacaba
en la tarde y se fundía con la noche.
Su presencia, como una estrella fugaz,
marcaba el inicio de una nueva historia
en el corazón vibrante de la ciudad.






viernes, 20 de octubre de 2023

LUNARES.

En nombre del lunar que despierta la noche,
bajo breteles finos, misterio escondido,
creando un oasis donde el deseo derroche,
y a la luna en su lecho, le da el latido.
Desterrando miedos, los sueños se anidan,
en su regazo cálido, donde el alma reposa,
y al alba, como un cisne, los anhelos deciden,
volar entre nubes de besos, dulce mariposa.

Ser princesa en la noche, reina del firmamento,
en los profundos amaneceres del medio día,
entre sábanas blancas, encuentro y aliento,
en el rincón secreto donde el amor nacía.
En nombre de ese lunar que guía el destino,
la pasión y el amor, en un abrazo sincero,
bailan al compás de un cálido crepúsculo divino,
dibujando en la piel un poema verdadero.

Flaco.


Laura, en tu nombre un verso brota,
como un suspiro que el alma acaricia,
una melodía de amor que siempre flota,
en el corazón, un eco que inicia.
Tus ojos, dos luceros que iluminan,
el camino en la oscuridad más densa,
tu sonrisa, un faro que fascina,
y en cada gesto, recompensa.
Laura, en cada letra de este poema,
eres la inspiración que mi pluma busca,
la musa que da vida a mis versos,
en cada palabra, en cada rima,
tu nombre es un refugio.
Laura, en tu nombre encuentro poesía,
en tu esencia, la belleza del arte,
en tu presencia, melodía,
y en tu voz la sensualidad, 
que este poema sea un tributo sincero,
a la mujer que en primavera,
es un el poemas verdadero,
la musa eterna y una estrella viajera.

SOLOS.


En la penumbra de la alcoba susurrante,
nuestros cuerpos se entrelazan, amantes,
la noche cómplice de secretos ardientes,
tu piel y la mía, dos fuegos hirvientes.
Tus manos exploran mi geografía,
descubren mis suspiros, mi melodía,
mis labios encuentran tu piel ansiosa,
y en el arte del deseo, el tiempo reposa.
Desnuda la pasión, la lujuria en alza,
somos dos amantes, sin prisa, sin falsa,
cada roce es un verso, una melodía,
en este cuarto, tú y yo, poesía.
Bajo la luna que se asoma indiscreta,
nuestros cuerpos se funden en la quietud secreta,
y en cada beso, en cada caricia sincera,
la noche es testigo de nuestra entrega placentera.

jueves, 19 de octubre de 2023

Escribimos.

Escribimos es el consuelo
de los que carecemos;
por eso escribimos
para hacernos la vida más fácil,
o para complicarla más.


Así vamos juntando palabras
que van formando ideas
casi absurdas, laberínticas,
de las que luego no podemos salir.
Escribir es el río
pero también en una cárcel,
pues en total libertad
escribimos esclavos de
cada palabra que volcamos
sobre hojas en blanco,
despertando la imaginación
de interlocutores que quizás
nunca conoceremos personalmente.

miércoles, 18 de octubre de 2023

ANIMARSE A MAS.

Bajo el manto estrellado de la noche,
nuestros cuerpos se buscan con ansias,
como imanes que se atraen sin control.
La brisa suave acaricia nuestra piel,
mientras la luna curiosa se asoma
para ser testigo de nuestra pasión.
Tus labios, la delicia que ansío probar,
en cada beso, una promesa se enciende,
y el roce de tu piel enciende mi fuego.
Tus manos exploran mis secretos ocultos,
cada caricia es una historia sin palabras,
un lenguaje que solo nosotros entendemos.
Desnudamos nuestros deseos y anhelos,
cada suspiro se convierte en un ruego,
cada gemido, una melodía de pasión.
Bailamos al compás de nuestros corazones,
una danza que nos eleva a lo más alto,
donde el éxtasis se convierte en arte.
En la penumbra, nuestros cuerpos se funden,
como dos ríos que se unen en un abrazo,
y el mundo desaparece a nuestro alrededor.
Somos fuego y pasión, somos amor desatado,
y en este momento eterno, somos uno solo,
unidos por el lazo inquebrantable del deseo.




CAE LA TARDE.

Bajo el manto estrellado de la noche, 
nos encontramos en un rincón a orillas del mar. 
La suave brisa acaricia nuestros rostros, 
y el susurro de las olas se convierte 
en el eco de nuestras almas entrelazadas.
Tus ojos, dos luceros que guían mi camino, 
brillan con la intensidad de mil lunas. 
En su reflejo, encuentro la promesa 
de un universo de amor, 
donde no existen fronteras ni límites, 
solo tú y yo, perdidos en esta complicidad cósmica.
Las olas se mecen con gracia, 
como una danza eterna que imita el latido de nuestros corazones. 
En esta sinfonía de la naturaleza, 
encuentro la melodía perfecta 
para expresar lo que siento por ti.
Tus labios, carmesíes como las rosas en primavera, 
son un faro que me atrae con pasión irresistible. 
Cada beso es una oda a la pasión, 
una declaración silenciosa de nuestro deseo compartido.
El tacto de tus manos en mi piel despierta 
un fuego que arde con la intensidad de mil soles. 
En cada caricia, siento el calor de tu amor envolviéndome,
 consumiéndonos en un abrazo ardiente.
Nuestros susurros se deslizan en el aire,
 llevando consigo promesas de un futuro compartido. 
En cada palabra, encuentro la seguridad de que nuestro amor 
es eterno y resistirá todas las pruebas del tiempo.
Bajo este cielo estrellado, en este rincón de la eternidad, 
prometemos amarnos con la misma pasión y ternura 
que hemos encontrado en esta noche mágica. 
Nuestro amor es un faro en la oscuridad, 
una luz que nos guía en el camino de la vida, 
y no importa qué desafíos enfrentemos, 
sé que siempre encontraremos refugio en los brazos del otro.
Así que aquí estamos, bajo el cielo estrellado, 
dos almas destinadas a amarse, 
a escribir nuestra historia de amor en las estrellas. 
Con cada beso, con cada abrazo, 
sellamos nuestro compromiso de amarnos, 
hoy y por siempre.




martes, 17 de octubre de 2023

PERDIDO.

 Me perdí en la esquina de toda una vida,
no encontré el umbral ni la vieja carnicería
donde el olor era tan inconfundible
que aún lo recuerdo, como el del pan
que llegaba sin descanso a las cinco de la mañana,
justo en nuestra esquina.
Me perdí en los saludos de todos los vecinos
que hacían de esa esquina el patio
de nuestras casas, donde ninguna reja
nos separaba y las puertas estaban siempre abiertas.
Me perdí en mis abuelos, sentados por la noche
en la vereda en sus sillones de mimbre
y esas coloridas reposeras de lona.
Me perdí en esas largas conversaciones
donde la filosofía se mezclaba con temas de Los Gatos
y una hermosa mujer que le quitaba el sueño a algún amigo.
Me perdí, pero hoy te encontré,
navegando la vida con el corazón roto
en la soledad de un bar,
y solo quiero acompañarte a volar.
Ambos perdimos, ambos ganamos,
y juntos podemos comenzar el camino
del cual, recién, dimos un medio 
y aun nos quedan varios años,
para intentarlo una vez mas.

Dormida.

Allí estaba,  contemplándola bajo la luz
que iluminaba tenuemente su rostro perfecto,
y el carmín de sus labios tan bien delineados
que me hablaba de cuánto le gustaba seducir.
Hasta parecía sonreírme de vez en cuando,
como si pudiera leer mis pensamientos,
donde imaginaba besarla apasionadamente.
La lividez de su cuerpo me parecía
un lienzo de seda, y mi mano se demoraba
acariciándola suavemente, descubriendo
cada curva y suavidad que se escondían en ella.
Me detuve por unos minutos, solo para observarla,
incapaz de alejarme de su presencia.
Dormía o soñaba, pero para mí, en ese momento,
palpitaba con vida y deseos que compartíamos.







SOLA.

Aquel día, el silencio se apoderó de ella. El largo cabello negro ya no se dejaba acariciar por el agua   que, durante años, había nutrido hojas en blanco con poesías de mil colores. Su sonrisa, antes radiante,  se escondía tras los muros de un barrio cerrado, en las cercanías del puente número siete de la autopista.

Ahora, después de ducharse, envolvía su cabello en la toalla, solitaria y vencida. Deambulaba por la casa con una taza de café en mano, intentando que el peso de su vida no se hiciera más abrumador.

En su mente, solo danzaban ideas sobre salvación, cargadas de connotaciones religiosas y entremezcladas con una visión política extremista. A menudo, ella encontraba consuelo en lo oficial, sin cuestionar el porqué. Caminaba descalza sobre suelos de nubes, buscando una libertad que ella misma había encerrado bajo llave, día tras día, atrapada en un enredo mental que le resultaba insondable.

La falta de palabras y la sequedad emocional la tenían atrapada, sola y angustiada. Buscaba desesperadamente respuestas en los rincones de su mundo, donde sabía que la vida la esperaba. Pero el miedo y la comodidad prevalecían sobre el deseo de encontrar su verdadera libertad. La cama, fría como sus sábanas, se convertía en su refugio, escondiéndola de la realidad.

A poca distancia, bajo la sombra de los árboles en la playa, él miraba el mar, desdibujando su figura mientras caminaba por la hermosa orilla. El sol acariciaba la arena, y el cielo trazaba su nombre en las nubes blancas, como si esperara su regreso a la vida, segundo a segundo.

A lo lejos, una gaviota se posaba en la orilla, y ella empezaba a caminar hacia él desde el mar. Sus brazos se extendían para abrazarla, pero el abrazo solo existía en sus sueños. La realidad lo devolvía a la noche en Buenos Aires, donde el verano se iba y dejaba atrás un sábado más, sin recuerdos, y el sol se quedaba con los sueños atrapados en sobres de azúcar con frases de un antiguo tanguero anónimo que dormía en el banco de una estación abandonada.

El reloj, que anunciaba la hora veintidós, marcaba el inicio de un nuevo día. Un día como cualquier otro, pero no para ella. La rutina seguía su curso, desde la ducha matutina hasta la taza de café que inundaba la casa con su aroma. Se movía como un autómata, llenando la vida de su familia de apariencias.

El encierro la asfixiaba. La jaula que había construido alrededor de sí misma se volvía más estrecha con cada día que pasaba. Cada momento se convertía en una agonía, mientras se perdía en su propia tristeza. Pero algo en su interior sabía que algún día encontraría la valentía para liberarse.

A las siete de la mañana, después de que su esposo se fuera sin siquiera saludarla, ella comenzaba su ritual diario. Cautiva de su casa y su esposo, luchaba con la idea de ser libre, de tomar el control de su vida. Pero los temores, la comodidad y la falta de valor la mantenían prisionera.

A las ocho de la mañana, se vestía con esmero, permitiéndose sentirse hermosa una vez más. Su cabello caía como una cascada sobre su pecho, cubriendo un escote pronunciado. Era un atisbo de su antigua belleza, que aún mantenía viva.

A las diez de la mañana, sus pensamientos se volvían insoportables. La cabeza le daba vueltas, y las ideas no dejaban de rondar. No sabía cómo escapar de su jaula, pero estaba decidida a hacerlo.

Esa mañana, escribió dos mensajes, uno para su hija y otro para su hijo, en los que explicaba su tormento. Era su manera de comunicarles la pesadilla que vivía a diario. Aunque sabía que ellos lo entendían, necesitaba que quedara plasmado en palabras.

Luego, se vistió con elegancia, con el cabello suelto y su pecho al descubierto. Preparó dos maletas con ropa y zapatos, su debilidad secreta, y un bolso de mano con documentos personales y algunos ahorros.

Miró a sus hijos mientras dormían, sintiendo un nudo en la garganta. Sabía que tenía que partir.

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...