Celeste.

No conozco tu voz,

solo sé que pensamos parecido,

no conozco el color de tus ojos

solo sé, que entre vinilos y algunos libros

podremos mantener una hermosa conversación

como lo hacemos escribiéndonos.

Celeste como el cielo en el amanecer

profundo del día sobre el río.

Celeste como la pureza de un niño

y el color preferido de quien te escribe,

así sos vos, una conocida desconocida

que comencé a conocer y a quien

atrevidamente,le escribo con respeto

por que sin conocerte te sé una gran mujer.

ROTO.

Envuelto en la incertidumbre

convencido de lo difícil

que va a ser llegar, el desconcierto

inunda las madrugas de noctámbulos

en busca de la difícil solución.

Hace cuarenta años, buscábamos

la alternativa, noche a noche,

bar en bar, las discusiones sumaban

propuestas, las propuestas esperanza

y la esperanza vida, hombres y mujeres

discutíamos el cómo el cuándo

y detrás de todo eso, la construcción

de país para todos, la discusión

para que nadie quede afuera

de ninguna decisión.

Pero nos equivocamos, 

despues de veinte años de maltrato

de saqueo institucional de prepotencia,

muchos olvidaron el diálogo

convencidos de una sola verdad y hoy

a la deriva,buscamos en la oscuridad

sin creer,sin confiar y sin esperanza

resurgir de las cenizas en un país

alejado del mundo envuelto

en la miseria mas profunda de la historia,

sin dudas, nos equivocamos y no ayer

si no hace muchos años y nadie,

lo quiere reconocer.

AMANECER

Perdido en la carretera, 

mi alma ardía como el sol al oeste, 

consumiéndome con un deseo incontrolable 

que solo tus palabras y tu mirada podían satisfacer. 

Era en el crepúsculo, cuando el mundo 

se fundía en tonos cálidos y los sentidos 

se volvían más agudos, que tu voz llegaba a mí 

como una caricia suave pero ardiente, 

despertando los recuerdos de nuestras noches compartidas.

El reflejo de la luna en tus ojos era un misterio seductor, 

como si cada parpadeo contuviera un secreto 

profundo que solo yo podía desvelar. 

Cada mirada era un desafío, una invitación 

a explorar territorios prohibidos. 

La brisa nocturna acariciaba tu cuerpo 

con la misma ternura con la que mis manos 

anhelaban acariciarte. 

Ese aroma a noche y aventura, 

a deseos contenidos y pasión desenfrenada, 

lo llevaba conmigo, como un tatuaje invisible.

Así, en cada nuevo amanecer, la búsqueda continuaba, 

porque en este viaje, sin fin, por las carreteras del deseo, 

nunca perdía la esperanza de encontrarte nuevamente 

y vivir una y otra vez la locura 

sensual de nuestras noches bohemias.

LLUVE EN ABRIL.

Perdida en la sombra de la luna

tus palabras recorren la ruta del dolor,

esquirlas del pasado, heridas que aun

supuran la soledad en las calles

y esconden secretos difíciles de olvidar.

El alcohol es la única salida,

camino fácil de difícil retorno 

no es ni sera la solución, la vida sigue

entre versos que acarician el alma

abrazos llenos de ternura y mensajes

llenos de acompañamiento, 

el vacío remonta la memoria

y una flor el perdón de un exabrupto,

tendido en las hojas en blanco

que se lleva el último tren

te escribo a la distancia,te abrazo en letras

y entre cafés te acerco la tranquilidad

envuelta en tostada con mermelada

una mañana lluviosa de invierno.

FONDO.

Bajo las estrellas que brillaban 

tímidamente detrás del olivo,

se extendía un paisaje de calma, 

donde las calabazas formaban 

un pintoresco jardín. 

La suave brisa acariciaba mi piel 

y susurraba secretos al oído de la luna, 

que comenzaba a despegarse 

de su cerco de canto, como si quisiera

 escapar hacia lo desconocido.

En esa noche, me encontraba 

en una ruta cubierta de densa neblina, 

llevando conmigo un poema y una solitaria flor. 

Caminaba hacia un desierto de incertidumbre, 

sin saber cuándo ni cómo llegaría, 

sin un mapa claro que me guiara. 

Solo el alcohol inundaba mis venas, 

convirtiendo mi realidad 

en una sombra difusa e impredecible.

El país, en plena decadencia, y la sociedad 

perdida en la falta de rumbo, 

me hacían derramar lágrimas silenciosas. 

Un grito, un secuestro virtual, un adiós amargo. 

Entre el cielo, la tierra y el olvido, 

buscaba la dignidad en un túnel 

oscuro que parecía no tener salida.

La tenue llovizna caía sobre mí 

como una ducha purificadora 

en un sábado ahogado en la humedad. 

El último tango del amanecer sonaba en mi mente,

 y mi grito de desesperación se perdía en el sur, 

donde la soledad y la ebriedad me abrazaban.

BUSCANDO SALIDA.

Retomando la tarde

la avenida se llena de colores,

a metros, el tren cruje durmientes

y tu voz hace eco entre las hojas

que inundan la plaza del barrio. 

El sol se va con el otoño

tempranamente, las luces

comienzan a poblar 

las calles, tu voz

retumba en a cada paso,

Buenos Aires se quiebra

en la nostalgia y de lejos

el rock de la mujer perdida

suena una y otra vez en el olvido,

el fuelle se queja y en cuerdas

los últimos violines suenan

con tu nombre en do menor,

buscando la salida del

tramado laberinto de la mente.

SIN LUGAR.

En esta danza de la vida y el deseo,

en la que los cuerpos se buscan y encuentran,

no hay lugar para la timidez ni el miedo,

solo el momento presente, sin cadenas.

Así que, dejemos atrás las inhibiciones,

desnudemos el alma y el cuerpo sin temor,

que el pudor no sea más que limitaciones,

y el amor florezca en su máximo esplendor.

Vivamos la pasión sin arrepentimientos,

sin importar el juicio ajeno ni el ayer,

que el deseo y el amor sean fundamentos

de una vida plena, sin ningún deber.

Que cada instante sea una celebración,

sin preocupaciones ni dudas que atormenten,

porque la vida es una única ocasión,

y el amor es el tesoro que alimenta y mantiene.

AMANECIENDO.

Se descubre el día

detrás de los frondosos árboles,

la claridad rebota en el espejo,

remoloneas envuelta en mantas

que entibian tu cuerpo

en esta suave primavera.

De lejos te abrazo, lo sabes,

lo intuyes antes de comenzar el día,

me abrazas en la soledad

del cuarto de madera, entre almohadones,

te desperezas una y otra vez,

el día te espera, los pájaros

saludan tu mañana y a los lejos

te pienso, me piensas y entre poesía

discontinuas, a diario nos describimos

mutuamente entre besos acaramelados

con la ligera lentitud del tiempo.

Nuestra conexión es como un hilo invisible

que nos une en cada amanecer y atardecer,

un lazo que trasciende la distancia tangible,

un amor que perdura y no deja de florecer.

Cada palabra es un suspiro, un cálido abrazo,

cada verso es un beso que se eleva al viento,

nuestro diálogo es un río constante y duradero,

que fluye a través del tiempo y el pensamiento.

Y mientras los días avanzan sin detenerse,

nuestra complicidad se hace más profunda,

como dos almas que se entrelazan en el espacio,

en este amor que crece  prohibido sin distancia.

HOY.

Horizonte sin final

tregua sin despedida,

brazos cruzado discutes la vida,

el país estalla y  descubre

la soledad en medio de una ruta

sinuosa y sin salida.

Mentiras que atormentan el día

moneda en desuso, sonrisas cínicas

y canas engominadas que duermen

la siesta de los culpables.

Una sonrisa allá a lo lejos

y miles de lágrimas detrás de un alimento;

las calles sangran, las sonrisas se pierden 

y nosotros nos angustiamos en busca

de un futuro en medio del desierto

cubierto de incertidumbre,

mientras entre telones se teje

el próximo camino, buscando la salida

que solo nosotros encontraremos

unidos en pos de la verdadera democracia,

sin gritos, con educación y diálogo, de lo contrario

seguiremos perdiendo tiempo 

engordando bolsillos que solo se burlan

de nosotros ostentando el poder.

SIN DUDAS.

Bajo el manto estrellado de la noche,

nuestros cuerpos se encuentran con pasión,

una luna cómplice ilumina el derroche

de deseo, que late en nuestro corazón.

Tus manos, como versos en la piel,

recorren cada rincón, cada secreto,

y en el fuego de la pasión nos perdemos,

sin miedo, sin frenos, sin ningún veto.

Nuestros labios, al compás de un suspiro,

se encuentran en un beso apasionado,

y el ardor de nuestro deseo se retira,

como un torrente de placer desenfrenado.

Somos amantes en este universo único,

donde el romanticismo y la lujuria se entrelazan,

nuestros cuerpos se funden como un himno,

y en la noche, nuestro amor se desata.

Bajo el manto estrellado de la noche,

nuestro amor es un poema sin final,

cada caricia, un verso que reproducimos,

y en la pasión, somos un verso sensual.

AUN SIN MELODIA.

Sillón de mimbre acariciando su piel,

el perfume a primavera despierta su deseo,

susurros ardientes en su voz,

una coquetería que enciende la pasión,

ella se pierde en un rock sensual,

buscando el ritmo que le haga estremecer.

Una mujer insinuante como las flores en la noche,

entre los juncos de la avenida prohibida se desliza,

allí donde la luna es cómplice de sus antojos,

y los suspiros se mezclan en las sombras.

Bailando al compás de un tango sin censura,

caminan los deseos y las caricias secretas,

mientras ella aguarda, con su encanto provocador,

a que la música desate sus instintos más intensos.