SIN LUGAR.

En esta danza de la vida y el deseo,

en la que los cuerpos se buscan y encuentran,

no hay lugar para la timidez ni el miedo,

solo el momento presente, sin cadenas.

Así que, dejemos atrás las inhibiciones,

desnudemos el alma y el cuerpo sin temor,

que el pudor no sea más que limitaciones,

y el amor florezca en su máximo esplendor.

Vivamos la pasión sin arrepentimientos,

sin importar el juicio ajeno ni el ayer,

que el deseo y el amor sean fundamentos

de una vida plena, sin ningún deber.

Que cada instante sea una celebración,

sin preocupaciones ni dudas que atormenten,

porque la vida es una única ocasión,

y el amor es el tesoro que alimenta y mantiene.