Como espiga de trigo
entre mis manos
así te desplazaste en la noche
cuando conversábamos la vida
entre mensajes que nunca olvidaré.
El viaje se hizo largo,
encontrarnos fue maravillosamente
peligroso, rutas, diagonales y bulevares,
la noche comenzo a caer y al filo
de un campanario me encontré
girando por las calles
perdido quien sabe dónde.
El país explotaba,
la memoria se dormía
tras la pelota mundialista,
la pobreza se olvidaba y los exámenes
se calificaban de acuerdo al humor
del último partido, pero vos
seguías dando vuelta en mi mente,
en la misma te besaba desnudándote
conociendo el último secreto
en medio del grito de un gol más,
donde juntos dejamos la vida,
vos allá, yo quien sabe dónde,
tratando de recordarte en letras
protagonizando una historia
o con la camiseta argentina
gritando el gol, cuál orgasmo
de madrugada después de una noche
Inolvidable donde te abrace en silencio
y a distancia a orilla del río
que jamás conocimos, donde
nunca estuvimos y poéticamente
te encuentro cada noche
a las 23:50, cuando la luna
se esconde en algún campanario
que no conoceré a quien pertenece
pero lo escucho sonar a diario
al recordar tu nombre en el silencio.