corre por su cuerpo,
la memoria del sabor a libertad
de los años en que la infancia
paseaba las veredas.
Tierra y zanjas
prolijamente acomodadas,

de aquella juventud,
entre barrancas
el místico parque cobija
los comienzos
de una ciudad próspera,
donde recostada sobre el río
barrancas balconadas de historia.
Ella añora aquel lugar y
pasea su silueta rizada
por Buenos Aires con la sonrisa alegre,
al cuidado de su procreación
que hoy ve en sus hijos,
maduros y libres
bajo sus alas protectoras
en la belleza de madre
y mujer ante todo.
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