de la entrante mañana
sobre el gris Buenos Aires,
sacudo las penas
a orillas del río,
mientras el viento
despeina heridas

con la llegada fría
del amanecer.
A lo lejos,
fuelles quejosos
acompañan mi andar;
entre teclas y violines,
nace un tango
mientras, por las mejillas del recuerdo,
te evoco sin nombrarte,
antes de cerrar mis ojos,
como cada mañana,
salpicando letras . . .
del tango que busco
sin encontrar.
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