NEGRO.

Negro el  vestido que luces

acomodando el día, silenciando la noche,

negro azabache como tu cabello,

suelto sobre tus hombros tapándote

del que dirán, pero nada será igual

pienses lo que pienses y digas lo que digas,

porque lo más bello está donde tiene que estar.

Negro y a oscuras con tu sola presencia

lucen tus ojos y engalana la habitación

tus bellas y sentidas reflexiones de vida.

Negro, y al diablo con él,

largo y al diablo con ese vestido, pues solo

vos, tu cuerpo y esas palabras

que me dices llenas de vergüenza, desde hoy

las debes esconder en el viejo ropero

de la alcoba, donde te resguardas de posibles daños.

Negro a de ser el encaje de tu ropa interior,

rojo blanco o del color menos pensado

porque detrás de todo, estas vos

que sacudes el otoño y brillas a media luz

cuando lentamente, beso tus empeines

te abrazo y te fundes a mí

que daltónicamente te veo, y te miro

de un solo color, el que tiene tu corazón

que a diario, late velozmente en cada encuentro

donde coloreamos la vida sin pudor,

enjaulando el amor entre paredes de cristal

y tu cuerpo mece en mis brazos,

una y otra vez húmedos de amor a la vida.