sábado, 8 de abril de 2017

PROLOGO. Francisco Alberto Brestolli

En el mundo, gracias a los dioses del olimpo todavía existen y perdura la poesia. Y a veces, cuando parece que empieza a tambalear, resucita con fuerza. Y si eso ocurre es por que existen personas que se empecinan en ver la vida, las cosas que contiene esa vida, y las maravillas que nos otorga es vida con los ojos de la poesía. Ese es el caso de Osvaldo Hermida, una persona que primero es poeta y despues un caminante de Buenos Aires o, sea un caminante de esta ciudad y por eso es poeta.
A través de sus escritos él nos abre la puerta y uno se va inmiscuyendo, con su permiso, en sus sentimientos, enojos, alegrías y sueños; pone en alto la amistad típicamente porteña, rememorando lugares, noches eternas y amaneceres solitarios.
Entonces vamos descubriendo desde sus sueños hasta sus anhelos y desembarcamos en sus utopías.
 ¿ Qué otra cosa puede ser la poesía si no un estandarte de las utopías?. Este poeta  del barrio de Saavedra, tierra del Polaco Goyeneche y de los calamares de Platense. U no de los pocos barrios que todavía por fortuna, mantiene el espíritu de vecindario, el saludo cordial y las mañanas con aroma a flores.
Un lugar donde el sonido lejano del tren nos invita a imaginar en un andén a una persona esperando a ese amor, con figura de mujer, de una desconocida e inesperada mujer o la llegada de ese amor que, finalmente, aparece en su vida.
Algo que se convierte en una constante de sus escritos, una figura que aparece misteriosa y que, entre anhelos y sueños, se convierte en omnipresente en muchas de sus poesías. Tal vez por haber existido o, tal vez, porque parte de esa utopía finalmente provoque que algún día aparezca y se materialice, haciendo de sus escritos una premonición, feliz premonición . . .
Este ser humano maravilloso, que me honra con su amistad, nos traslada a un juego casi  constante entre el rock de su juventud, ese momento donde nacía esa extraña música con verdaderas raíces argentinas; esa incansable exhortación a la amistad que supo cosechar a través de los años, aquellos oscuros recuerdos de los años de plomo; el paladar para saborear el tango de barrio; esa compañía molesta, pero inevitable de la soledad y por fin, la eterna aparición de ella, esa mujer, que existe en algún lugar y que rebosa de manera constante en sus relatos.
Es en esas historias contadas en forma de poesía que Osvaldo  nos lleva a recorrer con él todas las facetas de una persona que mira las cosas desde la perspectiva entrañable de un amigo y se hace contagioso compartir con él sus sentimientos, las ilusiones y esperanzas que todo poeta sostiene de manera incansable. Las ofrece, tomémoslas.
Los invito a leerlo, vale la pena, y mucho. Leer un poeta en esta época es un bálsamo para el alma y él nos invita a hacerlo, conocerlo y disfrutarlo. La puerta está abierta, tenemos permiso para espiar y disfrutar.


*EN SILENCIO.

En la dulce espera,
tu cuna maternal,
crece a diario
el dulce pimpollo,
que acunas
a tu suave y tierno andar;
en algunas lunas más,
nuestro amor parirá a la vida,
en lecho de sonrisas,
lágrimas y dulces melodías en prosa,
mujer de mis días. . .
Te abrazo en las sombras
mimando tu cuerpo
estallado en amor.
Mi vida en tu vida,
el sueño en tu vientre
y esta loca poesía de amor,
solo para vos . . . 
mujer de mi vida,
que abrazo hoy
entre las fantasías que,
en silencio, pensamos los dos.

*DE LEJOS ( numen uno )

Vino de otro cielo,
se posó en mi almohada, 
quitándome el sueño,
pensándola azul,
y una dulce espera
hizo que un verano
la viera de frente.
Toda realidad,
bella de mis sueños,
prosa inmaculada, musa realista
de mis días de hoy.
Te recuerdo en cada mirada
y el tono suave 
de tu hermosa voz,
mujer musa todo de cada mañana.
Del sol, las estrellas,
el cielo y el mar
que miramos juntos esa madrugada.
Sé que en pocas horas lo recibirás.
El inmenso abrazo
que mando de lejos
y que, por tu alcoba,
penetrando está.

*NOMBRE EN AZÚCAR

Se fue la noche y,
entre rincones sucios,
la resaca salpica Buenos Aires.
El sol comienza a asomar
lentamente sobre el río.
Sentado frente a él,
te busco en la soledad costera,
mujer de los mil días.
Y el rock que aún
no pude terminar de escribirte,
pues mi saxo llora por ti,
en el rincón donde aquella noche
me acompañaste
con tu violonchelo,
en la fuga de corcheas
que aún recuerdo,
cuando escribo tu nombre
sobre la mesa del bar,
con el azúcar
de sobrecitos húmedos,
que aún, como yo, te esperan.

*OCULTO ENTENDIMIENTO.

Entre tus brazos
vimos caminar la luna
más de una noche;
entre los míos
sorteamos estrellas
a orillas del río,
y juntos volamos sobre el arco iris
buscando el color
que siempre soñamos,
para pintar los días,
desordenar las mañanas
y caminar las tardes
tomados de la mano,
pero todo fue
nada más que un sueño
que escribí solo,
sin vos
y el cual quedará en el recuerdo
de aquello que, por vergüenza,
nunca te dije . . .
aunque vos,
siempre lo supiste.

*LLEGARÁN.

En horas, dos gorriones,
se posarán en tu ventana,
y con su canto
te darán los "buenos días",
que yo desde aquí no podré,
pues la distancia
me impedirá llegar a tiempo,
pero, hablé con ellos
antes de su partida
y, en horas, te sorprenderán,
de no ser así. . .
no me conoces
tanto como yo creo,
aunque sé que tú
sabes que lo escribo
solo para ti.

*TIERRA.

La tierra se hizo canción,
la canción movimiento,
y ella, la poesía,
llevó la paz con el viento,
cruzó cerros y montañas,
lagos, ríos y hasta océanos
y dejó en canto y sudor
cambiando lenguas e instrumentos,
pues la música es sonido
y la paz el movimiento,
que expresa una poesía
en el corazón de los pueblos.
Vivan todos los sonidos
los abrazos de las lenguas;
viva la música canción,
la gente y la poesía,
que con ellas
no hay más guerras,
solo abrazos, amor y paz,
para inundar esta tierra.

*NIÑA MADRE.

El sol penetró en tu vientre
de princesa vagabunda,
de las sucias calles del barrio,
gestando el dolor
del niño que nacerá
entre humos y alcohol
no deseados;
para cambiarte en primavera
la sonrisa, el cuerpo
y la vida, futura mamá.
Solo vos. . .
podrás encaminar
el destino,
saliendo del medio de la mugre
buscando ese auxilio
que él merece:
No niegues el porvenir
por una pastilla,
un papel o una noche más.
Niña, mujer madre,
no estás sola,
él ya está con vos
y espera...
y siempre esperará por ti,
piénsalo y descansa.
La calle cerró las puertas
para que empieces...
a soñar en paz.

*HILANDO LETRAS.

Nunca supe
que podría unir palabras,
de a poco transformarlas
en el gran misterio,
que día tras día,
digan algo entre lineas,
explícitamente
o tangencialmente
pero todas,
de una u otra manera . . .
en silencio,
con los espacios
y las comas correspondientes,
ocultas en la adversidad de la vida,
te nombrarán solo a vos . . .
Mujer.

*SABES.

Tú sabes a ternura
hasta en esas necias
palabras agudas,
fuertes, disonantes.
Sabes a dulzura
en el solo sonreír
y en el encanto
de tu dulce decir
sabes a la loca dualidad
de confundirme siempre
en cada palabra,
y en tus acciones discordantes,
¿sabes? me has cansado y,
de tanto intentar conocerte
me he perdido yo,
y hoy, solo quiero encontrarme.

*COMPINCHE SOLEDAD.

Bailabas entre los versos
y las notas del pentagrama,
mientras lentamente
describías en silencio el alma
que cubría tu esbelto y fino
cuerpo de mariposa
fugaz y colorida,
solo una luz
acompañaba la escena
y el suspiro entrelazado
de mínimos
y absortos pensamientos,
hasta el momento cúlmine
del razonamiento heroico,
de la despedida.
Luego el champán, el cigarrillo
y otra hoja en blanco
hasta despuntar el alba
en aquella ventana,
compinche y solitaria
soledad mía.

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...