En 1874 nació la Sociedad de San José, creada con el fin de dar respuesta a las necesidades de la población más vulnerable, pero con el paso del tiempo, la institución levantó distintas obras de asistencia, pero una de las más significativas se concretó cuando se donaron terrenos en el entonces apartado barrio de Saavedra.
Allí se proyectó un gran hogar para albergar a mujeres mayores en situación de riesgo, que más tarde llevaría el nombre de Hogar Luis María Saavedra. El diseño del conjunto fue encomendado a uno de los arquitectos más prestigiosos de la época, y se inscribió en el espíritu clasicista que hacia 1900 volvía a ganar fuerza en la arquitectura argentina. Las obras se llevaron adelante entre 1927 y 1934, siguiendo cuidadosamente los planos originales.
El Hogar se organizó alrededor de un amplio patio central con jardines, rodeado por pabellones de dos niveles que recuerdan a los antiguos claustros conventuales.
En el centro se erigió una estatua del Sagrado Corazón, que aún hoy preside el lugar, cada unidad fue pensada como un pequeño departamento independiente, con espacios de cocina, lavadero y patio, asegurando a sus residentes la posibilidad de vivir con autonomía y dignidad.
Además, se impulsaron actividades comunitarias como costura, artesanías y encuentros sociales, siempre acompañadas por la asistencia espiritual y social de la institución.
Junto al Hogar se levantó una capilla, cuya piedra fundamental fue colocada en 1927.
Poco después, ese templo se convertiría en la Parroquia de la Sagrada Familia, corazón religioso y punto de referencia del barrio. La iglesia, de gran presencia arquitectónica, no solo sirvió a la comunidad del Hogar, sino también a los vecinos de la zona, integrándose naturalmente a la vida cotidiana de Saavedra.
Con el tiempo, a la obra social y espiritual se sumó también la educativa: primero, con un colegio para niñas dirigido por religiosas, y luego, ya bajo la administración de la Sociedad de San José, con el establecimiento Santa María de Nazareth.
Hoy, el Hogar Luis María Saavedra, la Parroquia de la Sagrada Familia y el colegio conforman un conjunto histórico, social y cultural de enorme valor para Saavedra. Más allá de su riqueza arquitectónica, lo que define a este lugar es la continuidad de un espíritu, brindar ayuda, sostén y comunidad a quienes más lo necesitan, en un entorno que conjuga memoria, fe y servicio, con algo de polémica para muchos, pero no deja de ser una forma de ayudar para otros.

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