jueves, 28 de noviembre de 2024

CHASCOMUS.

 Después de un día recorriendo las calles tranquilas de Chascomús, la pareja regresó al hotel con los aromas del pueblo impregnados en la piel: el pasto húmedo junto a la laguna, la brisa fresca que traía ecos de risas lejanas, y el suave perfume de los árboles que se inclinaban hacia el agua.
Habían pasado la tarde caminando de la mano, deteniéndose a contemplar el reflejo del cielo en la laguna, donde los botes se mecían despacio.
Almorzaron a la sombra de un árbol añoso en un pequeño restaurante, disfrutando de un pejerrey tan fresco que parecía traer consigo la esencia del agua. 
Se miraron por encima de los platos, entre charlas pausadas y sonrisas, saboreando no solo la comida, sino también la calma que solo un lugar así podía ofrecer.
Ya entrada la noche, el cansancio del día no era suficiente para apagar el romance que los envolvía. En la habitación, con las luces bajas y la ventana abierta dejando entrar la suave brisa nocturna, él se acercó a ella con una copa de agua fría. ¿Brindamos?, dijo. ¿Por qué?, preguntó ella. Por este día. Por vos. Por nosotros.
Se sentaron juntos en el pequeño balcón, mirando la ciudad iluminada por las farolas amarillas. Desde allí se alcanzaba a oír el susurro lejano de la laguna y el canto tímido de algún ave nocturna. 
Ella apoyó su cabeza en su hombro, y él pasó un brazo por su cintura, atrayéndola más cerca.
Cuando el frío de la noche empezó a colarse, regresaron al interior. La conversación fluyó suave, como el agua en la laguna que habían recorrido. Hablaron de las calles empedradas, de las casas antiguas con sus jardines prolijos, y de los sueños que compartían. Pero las palabras fueron quedando atrás, reemplazadas por miradas largas y silenciosas, por el roce de sus manos que no querían separarse.
Él la tomó por la cintura y, despacio, la llevó a la cama. Bajo las sábanas, se buscaron como si el tiempo no existiera. Cada caricia era una promesa, cada beso, una certeza. Afuera, la luna llena iluminaba la laguna y las calles dormidas de Chascomús, mientras ellos construían su propio refugio de amor.
Antes de dormir, ella susurró: Fue un día perfecto. Él la miró a los ojos y respondió: “Y la noche recién comienza”. Se abrazaron fuerte, dejando que el cansancio los envolviera mientras la ciudad, tranquila y serena, los acunaba en su magia silenciosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Gracias por comentar mis letras....espero tu próxima visita....."

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...