Cuando los gorriones
de la frondosa copa del álamo
comiencen el canto
unísono de la mañana,
el sol comenzará
a iluminar la vereda de la casa.
Minutos antes
se escuchará pasar
el cansado diariero.
Tú te desperezarás,
tiernamente desnuda,
entre las sábanas,
te besaré al abrazar
y comenzaremos,
un nuevo día juntos,
con las mismas ganas
y el mismo amor
de siempre...
y para siempre.
y para siempre.