El otoño sacude hojas color cobre,
la avenida sigue el normal zigzagueo
que le dio origen, allá lejos y hace tiempo
cuando la casa de tejas brillaba en su comienzo,
el día pasa, uno más en la soledad
de escuchar el solo sonido del tren a metros.
Las rutas se llenan de vehículos escapando
de la locura de la ciudad y un tango
murmura en letras la habitación desolada
en el viejo pasaje, recordando las zanjas
y ese olor a tierra mojada de la distante infancia.
un sábado más sin vos, un vacío de penumbras
que entonan la triste de la soledad
y yo te escribo una vez más, desnudando tu cuerpo
acariciando tu alma y esperando
ver salir la luna para sentirme acompañado
con tu presencia , entre letras y música
sobre el viejo tablero que cruje de años
apoyado sobre la misma pared que
lo vio envejecer entre locas letras
y muchos dibujos milimétricamente
trazados antes de compartir con vos
el primer mate bajo la luna a orillas del río
en este Buenos Aires que intenta dormir
pero su ritmo, no se lo permite y yo
lo acuno una y otra vez sobre mi madrugada.
