Cuidando.

Fui a buscarte al centro,
donde descansan las esperanzas,
entre libros, discos y un montón
de sueños rotos, que se acunan
en la fría madrugada, por la calle
que alguna vez no durmió.
La Paz ya no es La Paz,
y así podría mencionarte tantas cosas
que prefiero olvidar, antes de llorar
sentado en el viejo cordón por Talcahuano;
como no te olvide a vos, desde aquella noche
que nunca volviste, aquel café
que se fue enfriando sin tu presencia
y aquella silla thonet,
donde no permitimos que nadie
volviera a ocuparla por las noches,
ella en el silencio todavía pregunta por vos,
pero nadie se anima a decirle donde
y como, minutos antes del debate semanal,
con tus libros y dejando el gorro de lana,
partiste sin dejar que la luna, me avisara
que nunca volverías, hoy pasados los años
te recuerdo, en mis oídos retumba, él, cuidate,
y una noche como hoy de un diciembre caluroso
te llevaron y nunca más supe de vos,
solo guardo el perfume del gorro de lana
que usabas todo el año, tu sonrisa
y el nombre que inventamos juntos
para llamarnos, sin que nadie supiera
de nosotros, estimada flor te llevo en mí
y entre mates te recuerdo en madrugada,
te encuentro en cada estrella sabiendo
que en algún lado me estás cuidando.