su ritmo normal,
acelerándose en cada beso
en cada abrazo y en múltiples caricias;
la noche de tormenta fue estallando
en volcanes de seducción,
dejando atrás minutos de nervios
y las fantasías de
el primer encuentro
se hicieron realidad,
con el solo propósito
del libre conocimiento
de cuerpos y almas,
bajo la noche
donde solo ellos,
los truenos, los relámpagos
y la excitación,
llegaron al éxtasis final
del entendimiento,
y al despuntar el cielo
libre de nubes, el alba
se hicieron realidad,
con el solo propósito
del libre conocimiento
de cuerpos y almas,
bajo la noche
donde solo ellos,
los truenos, los relámpagos
y la excitación,
llegaron al éxtasis final
del entendimiento,
y al despuntar el cielo
libre de nubes, el alba
del primer domingo compartido,
se hizo realidad, en el otoño
invernal de un Buenos Aires quejoso,
en los fuelles de la noche.