los nuestros se cubrieron de jalea
en la noche de verano.
Las olas, de lejos, susurraron
la azucarada noche de luna;

como si no existiera
nadie más en el mundo
y el apagón duró lo mismo
que aquel interminable beso deseado,
después de una larga charla
entre tus ojos, los míos
y aquel comienzo
que nunca olvidaremos.
El sueño transcurrió hasta el alba,
la fantasía despertó el día
y entre letras te beso...
nombrándote a diario.