y la memoria traicionera
de los sueños,
te encontré bailando
debajo de la almohada,
mujer de mil colores,
tus ojos brillan

y el susurro de tu voz
me acompaña
en la sinuosidad de la ruta;
eres el camino plegado
del ansiado destino,
la luz en la oscuridad,
el sol de cada mañana
y, sin nombrarte,
te cuido a la distancia.
Única, bella y frágil . . .
algun día la esperanza
romperá los pudores
y juntos nos comeremos el día,
mientras nos bebemos
el sol a besos.
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