Entre aromas envolventes
y esos ruidos conocidos,
la cocina revive cuando estás en ella.
Inconfundible, mi olfato te reconoce,
sabe de tu presencia
mucho antes de mirarte.
Entonces los sentidos se estimulan
antes de ver tu acaramelados ojos,
entre ollas y sartenes.
Después la cena... y ese vino
que solo en tus labios
sabe a miel de uvas,
mientras la fiesta
continúa hasta el postre, el café...
y el encuentro esperado desde anoche,
donde juntos nos fundimos en uno
y, al ritmo de las emociones,
lloramos la felicidad.