Donde se unen las coordenadas
y se divide
el hemisferio de la razón,
estalla el vínculo de las sensaciones
y los latidos acompañan
el péndulo del día.
Allí cuando mi párpados
comienzan a abrirse cada madrugada,
justo antes de que los inútiles relojes
marquen las seis, justo ahí...
estás diariamente en mi pensamiento
sabiendo que, en horas o minutos,
caminaré tu rostro con mi vista
y, después de cada "buen día",
de frío, lluvia o tempestad
estaré siempre a tu lado,
o desde el banco
de la plaza de toda mi vida,
esperaré el momento del domingo
para verte de lejos
y seguir respirando la vida
que juntos decidimos compartir,
aunque los caprichos egoístas
y las largas terapias de vida
nos separen antes de volver
a tomar el café.
Y abrazaremos nuevamente
en el encuentro maravilloso
que significó vernos,
aquella tarde, en la misma plaza
donde a solas te espero
y te esperaré siempre,
para que sepas
como nunca nadie antes,
siempre todo de mí, hoy y siempre,
allí en soledad seguiré escribiéndote
hasta que el viento
te avise que estoy en algún banco.
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A veces hay sueños o encuentros o vivencias que no nos abandonan nunca y nos persiguen durante toda nuestra vida.
ResponderEliminarBuen escrito
un abrazo y pasate cuando quieras por saborescompartidos
muchas gracias querida amiga, un fuerte abrazo.
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