debajo del fuelle llorón,
sabiendo de ella la luna,
por la esquina se escondió.
Las estrellas se fugaron

enmudecieron los bombos,
con la voz que se perdió,
allá por las avenidas
del febrero que pasó.
El Rey Momo ha partido
a dormir en soledad,
la quimera de otro año,
agotado de amor y felicidad,
dejando en la esquina una historia
de amor y otra de soledad.
Quizás el año que viene
otra nos pueda contar,
sin tristeza y con espuma
cuando llegue el Carnaval.
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