viernes, 23 de agosto de 2024

 En el horizonte de lo desconocido,
se esconden momentos inolvidables,
luces que jamás imaginamos,
y sensaciones difíciles de reproducir en palabras.
Allí, más allá de lo que conocemos,
te invito a descubrir un mundo
donde el deseo y la ternura
se entrelazan en un abrazo eterno.
No temas, mujer hermosa,
a lo que aún no has explorado,
pues en cada paso que damos juntos,
se abre ante nosotros un nuevo horizonte,
una promesa de aventuras compartidas,
donde la piel se convierte en un mapa
de caricias y secretos,
y el corazón late al ritmo
de la pasión que nos envuelve.
Dejémonos llevar,
sin miedo, sin dudas,
a ese lugar donde los sueños
se convierten en realidad,
donde cada beso es un descubrimiento,
y cada suspiro, una confesión
que se pierde en la suavidad de la noche.
Hay tanto más allá,
tanto por sentir, por vivir,
y en tus ojos veo el reflejo
de un deseo latente,
de una curiosidad que aguarda
el momento de florecer.
No te detengas,
no te niegues a lo que podríamos ser,
pues en este viaje a lo desconocido,
te prometo que encontrarás
luces que iluminarán tus días,
y sombras que abrazarán tus noches,
en un baile de emociones
que te harán sentir más viva que nunca.
Tomá mi mano,
y juntos descubramos
qué hay más allá del horizonte,
donde la pasión y el amor
nos guiarán hacia lo inesperado,
hacia lo nuevo, hacia lo nuestro.


 Bella como el agua pura,
como el aire del campo
en mañanas de primavera,
y única como el suave rocío
de la madrugada,
donde tantas veces te pensé
sin conocerte.
Desde el bar Savoy o el Violín,
hasta la esquina de casa,
te imaginé en cada rincón,
escribiéndote en poesías
en un cuaderno de espirales,
dejando que las palabras fluyeran
como el río que nunca se detiene,
hasta que la llegada del sol
marcaba el fin de mis sueños nocturnos.
Así sos vos,
única en cada pensamiento,
en cada verso que nació
sin saber tu rostro,
sin conocer tu nombre,
pero sintiéndote tan cerca,
tan real,
como el aliento cálido
de una brisa matutina.
En cada línea te dibujé,
en cada rima te imaginé,
como un susurro que envuelve el alma,
como un destello que ilumina la noche.
Sos la musa que inspira,
la chispa que enciende,
el fuego que arde
en el corazón de mis palabras.

 La noche se escapa por Ibera,
de contra mano, camino al río,
y un montón de metáforas desordenadas
llevan consigo poemas enredados.
Un balcón en lo alto alberga una paloma,
mientras el semáforo titila en re bemol,
y el amor se cruza de vereda
con la luna que sonríe,
mientras las estrellas bailan
el último tango inédito de Piazzolla,
solo para ella.
El amor espera en un puesto de flores,
y juntos se pierden camino al río,
un hombre con zapatos de sandías
y una bella dama que Ferrer dibujó,
con medio melón en la cabeza,
tomados de la mano,
se fueron a caminar por Buenos Aires,
para ver amanecer entre versos
y música muda
que solo ellos escuchan
en el tono de sus conversaciones.
La historia de amor que escriben
sobre la calle,
en medio de un silencio difícil de explicar,
se teje entre besos y abrazos únicos,
como si el mundo se detuviera
para contemplar su danza,
una coreografía de miradas
y susurros que se pierden en la brisa.
Ellos, dos almas que encontraron
en el caos de la ciudad
un refugio en cada rincón,
un motivo en cada esquina
para volver a creer en lo eterno.
Y mientras el sol despuntaba en el horizonte,
seguirán caminando, sin prisa,
con el amor dibujado en cada paso,
como un poema sin final,
que solo ellos pueden entender,
como extraños personajes de una novela
escrita, sobre las páginas de la niebla
más acogedora de una noche porteña,
con una sola puntuación orográfica,

el amor, sin puntos, sin comas, ni final.


 El sol se pone tras el paso del bondi
que recorre Buenos Aires camino a tu casa,
los relojes se detienen en el tiempo,
y por largos minutos,
te pierdes en las páginas de un libro,
te descubres, te transformas.
La vida pasa en un ida y vuelta
fuera de tu ventana,
pero en tu viaje interior,
descubres lo impensado,
lo inimaginado.
Tu vida cambia,
y de lectora pasas a ser protagonista,
la autora de tu propio destino.
El temor te hace dudar,
te susurra que te detengas,
pero dentro de ti,
una chispa se enciende,
y te animas a la vida,
a sentir cada latido con intensidad,
a abrazar cada oportunidad
como la princesa más linda del universo.
Caminás por los senderos de lo desconocido,
con el corazón abierto,
los sueños floreciendo,
y el sol que se pone detrás del bondi
se convierte en la promesa
de un nuevo amanecer,
donde vos sos la dueña de tu historia,
la estrella que ilumina
cada rincón de tu mundo.
En ese viaje,
te elevas más allá de los límites,
dejando atrás los miedos,
y alzándote como la reina
de tus propios sueños,
la mujer que se atrevió
a vivir su vida
con toda la magia,
con toda la belleza,
como la princesa, que algún día fuiste
y hoy estás destinada a serlo, nuevamente.


domingo, 11 de agosto de 2024

 

El momento en que las estrellas cantaron en do menor,
mientras la luna, tímida, se sonrojaba en la fría noche de invierno,
fue único e inolvidable,
esperado con ansias y rechazado con temor,
donde el deseo luchaba con la incertidumbre,
pero al final, todo sucedió,
mejor de lo que habíamos imaginado.
Entre copas de café que compartieron nuestros suspiros,
lágrimas de cristal reflejando emociones no dichas,
y cigarrillos encendidos con la llama de nuestra pasión,
la noche se alargó, con su luz suave,
acariciaba tu rostro, como testigo de lo que habíamos vivido.
Por un instante, el reloj decidió detenerse,
las palabras se hicieron innecesarias,
y en el abrazo del sueño compartido,
celebramos en silencio la noche que nos unió,
donde el cielo, cómplice, se nubló a nuestro paso,
protegiéndonos bajo su manto,
como si el universo supiera que en ese momento
la ruleta de la vida nos había dado un respiro.
Cobijados en la intimidad de ese instante,
nuestros cuerpos encontraron la paz que tanto anhelaban,
y en la quietud del amanecer,
descubrimos que habíamos tejido un lazo
más allá de las palabras,
donde el amor se manifestó en cada gesto,
en cada mirada,
en cada latido que compartimos.
El tiempo se desvaneció,
dejándonos suspendidos en un sueño del que no queríamos despertar,
y mientras el sol se alzaba en el horizonte,
sabíamos que la noche, con su magia discreta,
nos había unido de una manera profunda y verdadera,
donde lo vivido no necesitaba ser explicado,
solo sentido,
como un secreto compartido entre el corazón y el alma.
Así, abrazados en el sueño de un nuevo día,
nos dejamos llevar por el ritmo pausado de la vida,
sabiendo que aquella noche había sido más que un encuentro,
había sido el comienzo de una historia

jueves, 1 de agosto de 2024

 El sol está en tus ojos,
una luz que nunca se apaga,
y en ellos, la vida misma
que, aunque se oscurece, sigue adelante.
Tus ojos, luz en la tormenta,
brillan con una intensidad inquebrantable,
iluminando los caminos más oscuros
con la esperanza que nunca cede.
En cada amanecer, en tu mirada esta
el coraje para enfrentar otro día,
la promesa de que, a pesar de todo,
siempre hay un motivo para sonreír.
A veces la vida se oscurece,
las sombras se alargan y el miedo susurra,
pero vos, con tu luz interior,
disipas las nubes y traes de vuelta el día.
Tus ojos son el hogar del sol,
refugio de sueños y esperanzas,
y en su calor encuentras la fuerza
para seguir, sin importar las pruebas.
Cada destello en tu mirada
es un rayo de sol,
un recordatorio de que, pase lo que pase,
podemos superar cualquier tormenta.
El sol está en tus ojos,
y en ellos, la vida renace cada día,
un ciclo eterno de luz y sombra,
donde siempre prevalece la claridad.
Y mientras sigas adelante,
con esa luz que te define,
sé que no hay oscuridad tan densa
que pueda extinguir tu espíritu brillante.
Así, en tus ojos veo el futuro,
un horizonte lleno de posibilidades,
donde el sol nunca se oculta,
y la vida, siempre, sigue adelante.
  En la distancia que nos separa,
hay un hilo invisible que nos une,
en cada llamada, en cada mensaje,
se siente la presencia, aunque no estemos juntos.
La magia de tu voz al otro lado del teléfono,
transforma la soledad en compañía,
cada palabra es un abrazo,
cada risa, una caricia al corazón.
Estar presente no siempre significa
estar físicamente cerca,
en tus mensajes encuentro consuelo,
en tus llamadas, una chispa de alegría.
Tus textos son como cartas de amor,
pequeñas ventanas a tu mundo,

donde compartimos lo cotidiano,
los detalles que hacen nuestra vida.
En cada “buenos días” escrito,
en cada “¿cómo estás?”, sincero,
se teje un lazo de ternura,
una conexión que trasciende el espacio.
Escuchar tu voz al final del día,
es como sentarse juntos a la mesa,
compartir las historias y anécdotas,
reírnos de las cosas simples y banales.
En la pantalla de mi teléfono,
veo tus palabras, siento tu presencia,
y aunque no estés físicamente aquí,
sé que estás, siempre, en algún lugar.
Tus mensajes son el eco de tu amor,
resonando en mi alma,
y en cada llamada, siento
que la distancia se desvanece.
Estar presente a través de la tecnología,
es un arte en sí mismo,
una prueba de que el amor y la amistad
no conocen límites, ni fronteras.
Aunque no pueda tocar tu mano,
ni verte cara a cara,
tu voz y tus palabras son suficientes
para llenar el vacío de la distancia.
En cada “te extraño” escrito,
en cada "te quiero" susurrado,
encuentro la fuerza para seguir,
sabiendo que estás, aunque no estés.
La presencia se siente en el alma,
y en la distancia, encontramos la forma
de estar juntos, de compartir la vida,
de amarnos sin barreras.
Que nunca nos falten las palabras,
los mensajes llenos de cariño,
las llamadas que acortan la distancia,
porque estar presente, aunque lejos,
es la verdadera magia del amor.
 A orillas del río, donde el tiempo se detiene,
hemos tejido momentos inolvidables,
noches compartidas en susurros y risas,
donde el agua canta canciones que no escuchamos.
Tus manos entrelazadas con las mías,
paseos sin prisa bajo la luna,
nuestros corazones latiendo al unísono,
en un compás de serenidad.
Cada día, un nuevo bastidor,
pintado con los colores de tus ojos,
donde el río refleja nuestros sueños,
y la naturaleza es cómplice de nuestro secreto.
Los árboles murmuran palabras al viento,
siendo testigos de su sabiduría única,
mientras el río fluye, constante y fiel,
llevando consigo nuestras promesas y anhelos.
En las noches tibias, bajo el cielo azul,
nos sentamos a contemplar la corriente,
hablando de todo y de nada,
mientras la luna juega en tus cabellos.
Las noches a orillas del río son mágicas,
la luna ilumina nuestros suspiros,
y las estrellas, celosas y brillantes,
observan nuestro andar.
El susurro del agua nos arrulla,
cada palabra es un verso en nuestro poema,
y en el silencio compartido,
encontramos la paz que solo el amor puede dar.
A orillas del río, el tiempo es nuestro aliado,
cada instante, una joya preciosa,
y en tu abrazo, descubro el infinito,
la eternidad contenida en un solo beso.
Los días compartidos contigo,
son un tesoro que guardo en mi alma,
y aunque el río siga su curso,
nuestro amor permanece, inmutable y eterno.
Que estos momentos sean siempre
la melodía que acompaña nuestras vidas,
una sinfonía de amor y complicidad,
a orillas del río, donde el corazón encuentra un hogar
lleno de cosquillas y manos entrelazadas.
 A orillas del río, donde el tiempo se detiene,
hemos tejido momentos inolvidables,
noches compartidas en susurros y risas,
donde el agua canta canciones que no escuchamos.
Tus manos entrelazadas con las mías,
paseos sin prisa bajo la luna,
nuestros corazones latiendo al unísono,
en un compás de serenidad.
Cada día, un nuevo bastidor,
pintado con los colores de tus ojos,
donde el río refleja nuestros sueños,
y la naturaleza es cómplice de nuestro secreto.
Los árboles murmuran palabras al viento,
siendo testigos de su sabiduría única,
mientras el río fluye, constante y fiel,
llevando consigo nuestras promesas y anhelos.
En las noches tibias, bajo el cielo azul,
nos sentamos a contemplar la corriente,
hablando de todo y de nada,
mientras la luna juega en tus cabellos.
Las noches a orillas del río son mágicas,
la luna ilumina nuestros suspiros,
y las estrellas, celosas y brillantes,
observan nuestro andar.
El susurro del agua nos arrulla,
cada palabra es un verso en nuestro poema,
y en el silencio compartido,
encontramos la paz que solo el amor puede dar.
A orillas del río, el tiempo es nuestro aliado,
cada instante, una joya preciosa,
y en tu abrazo, descubro el infinito,
la eternidad contenida en un solo beso.
Los días compartidos contigo,
son un tesoro que guardo en mi alma,
y aunque el río siga su curso,
nuestro amor permanece, inmutable y eterno.
Que estos momentos sean siempre
la melodía que acompaña nuestras vidas,
una sinfonía de amor y complicidad,
a orillas del río, donde el corazón encuentra un hogar
lleno de cosquillas y manos entrelazadas.
 En tu mejilla está
la magia del cambio,
en el brillo recuperado
de tus hermosos ojos,
el encanto de tu bella figura
que parece bailar cada mañana
en el desayuno del sol.
Entre frutas y café,
celebramos la vida a diario,
escondiendo la tristeza
entre mermeladas de color tiempo.
Como tu vista llena de amor y ternura
cada vez que me miras,
el mundo cambia de color
con tu sonrisa.
La primera palabra
qué recibo cada amanecer
es un rayo de sol en mi corazón,
un susurro que despierta
la esperanza y la alegría,
un canto dulce que perfuma el día.
Tu risa es una melodía,
un vals que resuena en mi alma,
y en cada nota, encuentro
la fuerza para seguir, para soñar,
porque en ti, amor mío,
he encontrado mi hogar.
Tus manos, suaves como la brisa,
acarician mis miedos,
transformándolos en polvo de estrellas,
y en tu abrazo, encuentro
la paz que solo el amor verdadero da,
una calma infinita, un refugio eterno.
Cada día contigo es un regalo,
un presente lleno de promesas,
donde la vida se pinta de colores nuevos,
y el futuro se dibuja
con pinceladas de esperanza.
Tus ojos, faros de luz y amor,
guían mi camino en la penumbra,
y en tu mirada, descubro
un universo de ternura,
donde quiero perderme, siempre,
en la inmensidad de tu ser.
En tu mejilla está la magia del cambio,
y en el brillo de tus ojos,
el reflejo de un amor sin fin,
un amor que florece cada mañana,
en el desayuno del sol,
entre frutas y café,
celebrando la vida a diario,
y escondiendo la tristeza
entre mermeladas de color tiempo.
Cada vez que me miras,
el mundo se transforma,
y en tu sonrisa, encuentro
el color de la felicidad,
la promesa de un mañana brillante,
la certeza de que contigo,
el amor siempre renace.

Entre Vos y Yo. +

El brillo de tus ojos, el color de tu cabello y la sensualidad que despliegas en cada palabra de enojo, solo está en vos, en las canas que e...