mis dedos se enredan anclados a su cuerpo.
Invento mil maneras de buscarla, pero solo una la desbordaba,

donde el latido es más urgente, donde la tibieza sabe acaramelada,
y el clamor lleva solo un nombre, allí me detengo.
Hábito y ella se siente más viva que nunca y yo . . .
Palpito entre el fuego y el amor, con todos los sentidos
a flor de piel, para juntos culminar el éxito del día,
entre las sombras de los cuerpos, suspiros y
un sin fin de caricias debajo del viejo acolchado
multicolor que nos cobija entre dormidos,
mientras la vela se consume sin retorno.
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