capullos de algodón
suenan tus palabras,
escucho tu voz.
En las noches de luna,
en las tardes de sol,
en los días de lluviay las mañanas de mermelada
tostadas y confesiones
en aquella mesa,
¿recuerdas? . . .
Apoyada a la pared
con la ventana
detrás de ti,
y el sol invitando al día
a salir o, simplemente,
a caminar.
Tú, yo y la poesía.
Los puntos y las comas,
las rimas y los consejos,
la distancia y nuestra presencia
en los versos que te reflejan,
pintándote entre nieves
e inmensas montañas,
donde llegó, día a día . .
solo para ti.
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