Sin bufanda ni campera,
el calor penetró por las voces,
el calor penetró por las voces,
rompiendo esquemas
de viejos prejuicios
y . . .
en el forjado perchero,
donde se acomodaron
las ropas del alma,
se escaparon los corazones
al diálogo,
único e inmejorable
único e inmejorable
método de hacer las cosas,
como queremos, sin receta
como queremos, sin receta
pero con seriedad.
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