Fue un tarde roja del mes de enero, hace ya muchos años, mi
edad temprana corría los días alocadamente al ritmo de la entonación, de
canciones de protesta y el rezongar constante de casi todo lo que me rodeaba, e
intentaba hacer lo que pensaba, equivocadamente a cualquier costo.
Mi mente discutía bronca y miseria, ellos o nosotros, si piensas
pierdes, si llevas un libro comprometes
y la realidad no era ,esa playa y esa gente y en el medio, mis padres.
Aquella tarde mi cuerpo respondía los signos vitales de un
volcán de angustia, corría el año setenta y ocho, el mundial se acercaba y con él
una mentira más para entretener al pueblo y una nueva discusión con familiares
y amigos por oponerme al mismo.
Dejé la mesa del
almuerzo y llegué después de caminar veintitrés cuadras, a la orilla del mar, respire
profundamente, Mar del plata, ciudad feliz, inconscientes tomando sol y el país
muere día tras día y ustedes ignoran la realidad bajo el sol.
Plena temporada, el sol penetra en la tierra tratando de
descubrir el misterio del hombre, camine hasta la punta del espigón tratando de
relajar mi bronca, mis pasos acompañaban la mirada al frente tratando de dejar
el vació de un mundo de gente que solo disfrutaba del hermoso día que bañaban
las aguas del mar las playas en pleno enero.
Metros antes de llegar al final de la mole de hormigón, el
romper de las majestuosas olas creaban una llovizna refrescante que dibujaba de
a ratos el arco iris y bañaba bruscamente el brazo que se internaba en el agua
salada.
El asombro sacudió mi cuerpo, abrí y cerré los ojos
ligeramente más de una vez pensé en un sueño, cerré los ojos respire
profundamente camine dos o tres pasos hacia atrás , volví a abrirlos.
No ,no era un sueño, mi realidad era tangible, bella mujer, castaño
cabello, ojos oscuros, silueta de ángel, por su rostro transitaba una lagrima
azul que se distinguía en su cuerpo desnudo y mojado, me tendió la mano, suavemente,
me tomo la mano, le grite
-quién sos…??
-Democracia,
sigue tu lucha, me dijo y desapareció entre la
suave llovizna, mire la ciudad de frente y comencé a correr sin descansar hasta
llegar a mi cuarto y en mi interior estalló un grito que aún me suena cada día
y por el cual lucho ante tanta injusticia.